Lidón Muñoz, gratamente sorprendida por la noticia , expresó que tuvo que leer varias veces el documento que acreditaba su presencia en Tokio para creérselo. “Estaba haciendo las prácticas de Medicina en un hospital. De repente, en torno a las diez de la mañana, empiezan a llegarme una gran cantidad de mensajes y de llamadas a mi teléfono móvil. No podía atenderlas porque estaba en el quirófano. Hasta que, en un descanso, pude ver el documento que acreditaba mi presencia en Tokio. Tuve que leerlo varias veces para creérmelo. Fue muy emocionante”, explicó al Proyecto FER.
La nadadora, de 25 años, logró el pasaporte para Tokio en diciembre de 2019 al conseguir la mínima exigida en los 100m libres durante el Open de Ámsterdam, pero debido a la pandemia, tenía que volver a rehacer el camino: “Mi confirmación en Tokio me va a ayudar y a tranquilizar, pero no me va a relajar lo más mínimo. De cara al Campeonato de Europa, mi ambición no se reduce. No sólo quiero conseguir las mínimas olímpicas; además, quiero crecer en un gran evento internacional. Hace dos años, en el Europeo de Glasgow, me quedé a las puertas de la final. En Budapest, toca revancha”, añadió.
Preguntada por si hubiera sido injusto que no disfrutara de este “premio” tras todo el esfuerzo invertido desde que, con tan sólo 14 años, se fue de su casa de Castellón a Barcelona, Muñoz indicó que no sabe si tanto como injusto, pero no se lo hubiera tomado como un fracaso: “La línea entre conseguir o no una mínima está delimitada por centésimas. Por ello, me tomo esta convocatoria olímpica como un premio, como una recompensa. Y lanzo este mensaje: si alguna vez un deportista no consigue su objetivo, pero no tiene nada que reprocharse por lo hecho en el camino previo, que no se desanime”, comentó.