Marín ha sido muy duro en su marcha. Señala directamente a la dirección regional, con Teresa Mallada y Álvaro Queipo a la cabeza, como artífices de una campaña de “acoso y derribo” en la que se ha buscado “mi destrucción personal”.
Tampoco tiene buenas palabras para el secretario general en Gijón, Pablo González, un “profesional de la política” en el que asegura no haber encontrado ningún tipo de colaboración.
Mariano Marín se marcha porque su “dignidad y honor” le impiden asistir a la “descuartización” de su imagen. Afirma que no se le ha dejado trabajar y se ha manipulado a muchos afiliados para ponerles en su contra. Lamenta que la dirección regional dedique más tiempo a “derribar a un compañero” que a ser útil para los asturianos en estos tiempos de pandemia.
Aunque no descarta una vuelta a la política “si cambian muchas cosas”, el ex presidente local hubiese preferido irse como llegó, mediante un Congreso, pero entiende que “la democracia no tiene cabida en este PP”.
Pablo Casado ha sido informado de la situación por el propio Marín en una carta en la que le advierte de la necesidad de adoptar medidas. Afirma que le han llegado a “amenazar y amedrentar”. Agradece el apoyo recibido por muchos afiliados, “lo mejor del partido y que no se merecen una dirección que no está a la altura”
Mariano Marín fue elegido presidente del PP de Gijón en 2015. Fue la apuesta de la entonces presidenta regional del partido, Mercedes Fernández, para pacificar el partido. Previamente se había intentado situar en la presidencia a David González Medina, pero su elección fue anulada por los tribunales.
Ese mismo año, en 2015, fue el candidato a la alcaldía de Gijón. Obtuvo 15.214 votos (el 10.75% del total) y 3 concejales. Dejó su cargo de portavoz del grupo municipal en marzo de 2018 para asumir el puesto de Delegado del Gobierno en Asturias. Su paso por delegación fue breve porque en junio llegó la moción de censura y el Psoe alcanzó la presidencia del Gobierno.