Estaba escrito y así tenía que ser. En el último Mundial de Messi y el primero después de la muerte de Diego Armando Maradona, Argentina tenía que ser campeón del mundo. Habían pasado 36 años desde la última vez que lo consiguieron. Fue en México 86 liderados por un gran Maradona. La tercera ha llegado en Qatar liderados por un gran Leo Messi.
Scaloni volvió a dar entrada a Di María en el once titular y no le pudo salir mejor la apuesta. Con él sobre el verde, Argentina arrolló a Francia y la borró del Lusail Iconic Stadium. Los de Deschamps, con su once habitual durante todo el torneo, no pudieron hacer nada ante una gran puesta en escena de la albiceleste.
Julián Álvarez fue el primero en avisar con un balón filtrado por De Paul al que no llegó por muy poco. También probó suerte Mac Allister con un disparo lejano y el propio Rodrigo De Paul, omnipresente en todo el campo, con un disparo que sacó la defensa. La más clara llegó pasado el primer cuarto de hora, tras un error de Theo Hernández que perdió el balón ante la presión de De Paul y provocó una buena transición de Argentina que Di María terminó mandando a las nubes.
Era un monólogo argentino con un gran Di María que ganaba continuamente en el uno contra uno ya fuera a Dembélé o a Koundé. Estaba de vuelta y estaba de dulce el de la Juventus. Y precisamente de sus botas nació el penalti que provocó el 1-0. Encaró a Dembélé en banda izquierda, le hizo un traje, se metió en el área, y el del Barça le tocó lo justo por detrás para irse al suelo y que el árbitro no dudara y señalara el punto de penalti. Fue polémico, pero pitable. La zancadilla era leve, pero lo suficiente como para que el VAR no hiciera rectificar al colegiado. Messi agarró el balón y batió sin dudarlo a Lloris para hacer el 1-0.
El gol no cambió el guion del partido aunque sí provocó que Argentina le diera algo más de pausa a sus ataques. Tras unos minutos de un poco más de tregua, pero siempre con dominio albiceleste, pillaron a Francia en una transición para hacer el segundo. Messi descargó a la derecha para Julián Álvarez, que vio como Mac Allister rompía a la espalda de Tchouaméni, le pasó el balón y el del Brighton vio a Di María aparecer solo por la izquierda para batir a Lloris en el mano a mano. La locura era tal que el propio Di María rompió a llorar en la celebración del gol. No habíamos llegado al descanso y Argentina ya rozaba la Copa del Mundo con la yema de los dedos.
Francia estaba completamente desdibujada, noqueada. Era incapaz de robarle la pelota a Argentina. Era un muñeco a merced de Messi y su banda. Deschamps lo sabía y por eso movió el banquillo antes del descanso. El técnico francés dio entrada a Kolo Muani y Marcus Thuram por Dembélé y Giroud en busca de irse a la desesperada a meterse en el partido.
Pero a la vuelta de vestuarios todo siguió igual. El monólogo argentino seguía y Francia no logró dar un paso adelante hasta pasado el minuto 60. Mbappé lo intentó con un disparo lejano que se marchó a córner tras rechazar en un defensa y Deschamps volvió a mover el banquillo sorprendiendo a todos y retirando del campo a Griezmann para irse con todo al ataque. Entraron Coman y Camavinga y le salió a la perfección.
El fútbol es caprichoso, este mismo torneo nos lo ha mostrado en varias ocasiones, y nos tenía preparado otro giro de guion espectacular para la gran final. Quedaban doce minutos para el final del tiempo reglamentario cuando Kolo Muani ganó un balón en velocidad a Otamendi y se metió dentro del área donde fue derribado por el defensa argentino. El colegiado señalaba el punto de penalti, Mbappé no falló y volvía a haber partido.
Solo dos minutos iba a tardar de nuevo Kylian Mbappé en volver a marcar e igualar el partido con un golazo. El astro del PSG recibió un balón en la parte izquierda del área y sacó un gran golpeo, sin dejarla caer, que se coló en la portería argentina después de que el Dibu no pudiera llegar a pararla.
En los últimos minutos del choque, volvieron a aparecer las estrellas. Mbappé pudo hacer el tercero con un disparo desde la frontal que se marchó por encima del larguero y Messi encontró en el minuto 96 el espacio suficiente para sacar un disparo desde fuera del área que detuvo Lloris. Pero el partido se fue a la prórroga y nos regaló media hora más de fútbol que no defraudaron a nadie.
En el tiempo extra vimos cómo ambos equipos entraron con miedo, respetándose mucho y sin querer cometer errores. Pero Lautaro Martínez rompió ese respeto. El delantero del Inter de Milan tuvo dos clarísimas ocasiones de hacer gol, pero la defensa francesa estuvo rapidísima en ambas para evitar el gol. Primero Fofana y después Upamecano.
Acababa de empezar la segunda parte de la prórroga cuando Messi iba a volver a desigualar el choque. Lautaro Martínez recibió un balón en el interior del área y sacó un gran disparo que detuvo Lloris con un paradón, pero en el rechace Leo Messi empujó la pelota a gol. Con suspense, porque la defensa francesa sacó el balón de dentro y el VAR revisó si Lautaro estaba en posición legal, pero el árbitro validó el gol.
Quedaban menos de quince minutos para el final y todo podía pasar. Y sí, Francia volvió a empatar. Kylian Mbappé sacaría un zapatazo desde la frontal del área que saldría a tapar Montiel con el brazo en alto. De nuevo penalti. De nuevo Mbappé. De nuevo gol.
Quedaban tres minutos más descuento y, por si fuera poco, Francia tendría el 4-3 en la última jugada del partido. Kolo Muani se quedó solo delante del Dibu en un error garrafal de la defensa argentina y el guardameta salió a tapar a la perfección para coronarse con un paradón espectacular y evitar que Francia lograra la estrella.
Fue la primera vez que apareció, porque el partido se iba a su parte favorita: la tanda de penaltis. Ahí es el rey. El argentino volvió a ser héroe parando a Coman el segundo penalti y forzando el error de Tchouaméni en el tercero. Mbappé y Kolo Muani no fallaron. Messi, Dybala Paredes y Montiel fueron los encargados de marcar los cuatro penaltis que lanzó Argentina y que llevaron a la albiceleste a ganarse el derecho a bordar una nueva estrella en su pecho 36 años después.