El delantero del conjunto madrileño apareció desde el banquillo cuando el partido agonizaba para dar tres puntos valiosos a sus compañeros. Relegado a la suplencia en los últimos tiempos, Álvaro aprovechó al máximo los pocos minutos de los que dispuso y con dos goles, acompañado de otro de Emi, rompió la monotonía de un choque casi insufrible.
Y eso que antes de su inicio, la zona peligrosa de la tabla acechaba a ambos antes del inicio. Con tres puntos cada uno en cinco jornadas, la victoria se antojaba como una necesidad para Levante y Getafe. Tal vez un poco más para el cuadro valenciano, que todavía no conocía la palabra "ganar". Siempre sumó de uno en uno y, por honor, sus urgencias eran mayores.
Sin embargo, el técnico Lucas Alcaraz apostó por un once ultraconservador, con una defensa formada por tres centrales y dos laterales y un centro del campo incómodo, muy pegado a la zaga y con ganas de aplicarse más en la destrucción que en la creación.
Su homólogo en el cargo, Fran Escribá, tenía mucha razón con sus palabras en la víspera del duelo. Auguró que su equipo iba a necesitar de muchísima paciencia para doblegar al Levante y así fue. El planteamiento de Alcaraz impidió un fútbol fluido, y el Getafe, pese a tener buenas intenciones, chocó una y otra vez contra un muro infranqueable.
Esa situación provocó una primera parte insufrible para el espectador. Un aburrimiento interminable, todo lo contrario al fútbol total de la naranja mecánica de aquella Holanda de Cruyff. Se instaló el 'antifútbol'.
Las ocasiones de los primeros 45 minutos se resumen con rapidez. Un par de posibles penaltis en el área del Levante que no pitó el colegiado Jaime Latre, dos disparos inocentes de Víctor Rodríguez, otro de Morales para el conjunto visitante y otra ocasión, esta vez más clara, de Juan Rodríguez justo al límite del tiempo.
Eso fue todo. El resto, es decir, casi todo, por no decir incluso las ocasiones ya citadas, podrían ser borradas de los resúmenes televisivos. El momento del bocadillo fue cogido con ganas por los espectadores, que valoraron positivamente el pitido del árbitro que marcaba el camino hacia los vestuarios.
Después, el Levante intentó cambiar de traje con otro sistema, un clásico 4-4-2 con el que salió en la segunda parte. Sin embargo, por mucho que intentó cambiar de planteamiento, la máscara era la misma los hombres de Lucas Alcaraz siguieron con su conservadurismo inicial.
Mientras, el Getafe seguía luchando consigo mismo y su falta de ideas para abrir una defensa poblada. Tal vez se notó demasiado la ausencia de Mehdi Lacen, que por segundo partido consecutivo no pudo participar por un problema en el pubis. Y la de Pedro León, que aunque estuvo en el campo, hace algún tiempo que no muestra sus mejores prestaciones.
Aunque cumple, el murciano no deslumbra y fue sustituido en la segunda parte por Pablo Sarabia, que esta temporada no está contando desde el inicio para su entrenador. Casi siempre ha sido suplente, pero su salida al campo reactivó un poco a sus compañeros, que en los últimos veinte minutos fueron a por los tres puntos.
Hasta entonces, las ocasiones volvieron a brillar por su ausencia. Y, después, solo Ángel Lafita, con un disparo que lamió el palo derecho de la portería defendida por Rubén Martínez, pudo abrir el marcador en un día para olvidar en el Coliseum Alfonso Pérez hasta la aparición de Álvaro Vázquez.
Su primer gol abrió el camino de una victoria muy valiosa para el Getafe, que con seis puntos se aleja del descenso y, ya de paso, dio una razón a su público para abrir la boca para otra cosa ajena a los bostezos. Después, con el Levante abierto, Emi sentenció y Álvaro volvió a marcar. Ese fue el final de un choque para olvidar con un resultado engañoso el día en el que Álvaro se reivindicó.