Granada. ¡Qué ciudad! Hacía muchos años que no visitaba uno de los rincones más maravillosos del Planeta. Me arrepiento de ello. A mis ojos, nada ha cambiado y su gente, los “granaínos”, sigue siendo tan acogedora como siempre. Son ellos quienes me cuentan los numerosos cambios que ha sufrido la ciudad, los caminos por los que ya no se puede circular, las nuevas rutas de acceso a La Alhambra, los nuevos rincones para tapear. Y todos, hasta ahora, coindicen en un sentimiento: echan de menos el baloncesto de élite.
Me cuestionaba el porqué de Granada como sede del grupo de España, en detrimento de Las Palmas de Gran Canaria u otra ciudad. No he tardado ni media hora en entender los motivos. Granada respira baloncesto, ama el deporte de la canasta y en sus calles empedradas hace años que no resuena el eco del bote del balón grande. Da la sensación que lo necesitaba. Y España necesita sentirse arropada. Sé que en cualquier ciudad hubieran sido mimados tanto o más como aquí, pero ronda algo en el ambiente que hace de ese cariño un apoyo único. Ronda algo en el ambiente de Granada que la convierte en una ciudad especial.
La puesta de largo del Mundobasket, Copa del Mundo quieren que lo llamemos ahora, no ha podido tener un mejor escenario ni mejores embajadores. Carlos Jiménez y Alberto Herreros, acompañados por dos niños, han avisado al mundo del inicio del campeonato desde el mirador de San Nicolás. Una gran canasta y un balón de baloncesto, bote tras bote para que se escuche bien su sonido por todos los rincones de Granada, con una de las grandes maravillas al fondo. La Alhambra, iluminada, esperando que el balón entre en el aro y caiga rendido a sus pies. El mundo entero estará ya rendido. Sobresaliente escaparate.
¿Y de baloncesto no hablamos? Dejemos que transcurran las horas, los partidos, que el balón siga botando y que su sonido no se apague hasta el 14 de septiembre (si después sigue sonando en los oídos de los aficionados, mejor que mejor). Hasta que no digamos aquello de ¡balón al aire!, no restemos protagonismo a la que debiera ser una de las 7 Maravillas del mundo. La Alhambra, la fortaleza roja. ¿Premonitorio? Esperemos que cuando, el 5 de septiembre, partamos rumbo Madrid y echemos la vista atrás para despedirnos de Granada, no oigamos aquello de “no llores como mujer lo que no supiste defender como hombre”. Y si lo escuchamos, que no sea en un nítido castellano. No exagero al decir que veo a la selección con el mismo convencimiento que hace ocho años, con la misma seguridad y mayor aplomo. Por ello, confío en que la frase pronunciada por la madre de Boabdil no será oída siglos después. La Alhambra embruja al mundo del baloncesto, es el turno de la otra “Roja”.