Y es de extrañar. Porque el pasado 19 de marzo, el día del padre, honrando al paternalismo al que invitaba el día, Pablo Iglesias se puso trascendente para decirnos que todos tranquilos, que él se ponía al mando de los servicios sociales de toda España y que iba a construir un escudo social. Algo ha tenido que pasar para que casi un mes después el vicepresidente se haya lavado las manos como Pilatos y hoy el ejemplo viene al pelo. No ha vuelto a comparecer para hablar de los mayores, ha dejado todo en manos de las comunidades autónomas, nuestros mayores mueren solos y sus familias desesperan. Algo ha tenido que pasarle. Quizá estaba ocupado en sembrar la sospecha sobre los grandes y pequeños empresarios con los que supuestamente quieren dialogar.