Voluntarios ni a comer, que decían en la mili. Al final uno terminaba pelando patatas. Algo de esto debe pensar más de un banquero ante la solución alentada por la canciller alemana, Angela Merkel y el presidente francés, Nicolás Sakorzy, para terminar de cerrar la brecha griega. El acuerdo consiste en que se le dará más dinero público a Atenas con el nuevo rescate. Recordemos, dinero del contribuyente europeo. No habrá oficialmente una quita de la deuda griega, pero esta vez los bancos acreedores, voluntariamente, comprarán nuevos bonos helenos al cobrar los antiguos. Es decir, no cobrarán, trasladarán la deuda hacia el futuro. Creen que el tiempo lo arreglará todo en un enjuague que busca no asfixiar al ya ahogado sistema heleno. Lo que no se dice en el acuerdo es que los principales acreedores de Grecia son Bruselas, el Fondo Monetario, los propios bancos griegos y justo detrás, los bancos galos y germanos. Si estas entidades dan un paso al frente no será por su propia voluntad. Lo harán porque detrás estarán sus propios gobiernos empujando, convenciendo y amenazando y porque si no flexibilizan su postura los bancos no verán ni un euro ni un dracma. Pero en Europa siempre hay voces discordantes. El luxemburgués y presidente del Eurogrupo, Jean Claude Junker, afirma que este parche no evitará problemas para los bancos de Portugal e Irlanda, ni para los de Bélgica e Italia, por sus altas deudas y terminarán afectando a las entidades españolas. En España, con la prima de riesgo a la altura de los satélites artificiales y con parte del Gobierno quitándose de encima la responsabilidad de los millones de parados y trasladándosela a los banqueros, es lo que faltaba. El día se redondea con la reunión de ministros de finanzas, precisamente en Luxemburgo que concretarán los detalles y con miles de jóvenes manifestándose contra el Sistema Financiero, desde posiciones, en ocasiones, muy viejas. Con argumentos ya escuchados antes de que se derrumbara el Muro de Berlín y lo que había al otro lado. Pero claro, para dar con soluciones originales en esta crisis y sobre todo, para que alguien acepte responsabilidades tampoco hay muchos voluntarios.
Minuto económico: Voluntarios
Voluntarios ni a comer, que decían en la mili. Al final uno terminaba pelando patatas. Algo de esto debe pensar más de un banquero ante la solución alentada por la canciller alemana, Angela Merkel y el presidente francés, Nicolás Sakorzy, para terminar de cerrar la brecha griega. El acuerdo consiste en que se le dará más dinero público a Atenas con el nuevo rescate. Recordemos, dinero del contribuyente europeo. No habrá oficialmente una quita de la deuda griega, pero esta vez los bancos acreedores, voluntariamente, comprarán nuevos bonos helenos al cobrar los antiguos. Es decir, no cobrarán, trasladarán la deuda hacia el futuro. Creen que el tiempo lo arreglará todo en un enjuague que busca no asfixiar al ya ahogado sistema heleno. Lo que no se dice en el acuerdo es que los principales acreedores de Grecia son Bruselas, el Fondo Monetario, los propios bancos griegos y justo detrás, los bancos galos y germanos. Si estas entidades dan un paso al frente no será por su propia voluntad. Lo harán porque detrás estarán sus propios gobiernos empujando, convenciendo y amenazando y porque si no flexibilizan su postura los bancos no verán ni un euro ni un dracma. Pero en Europa siempre hay voces discordantes. El luxemburgués y presidente del Eurogrupo, Jean Claude Junker, afirma que este parche no evitará problemas para los bancos de Portugal e Irlanda, ni para los de Bélgica e Italia, por sus altas deudas y terminarán afectando a las entidades españolas. En España, con la prima de riesgo a la altura de los satélites artificiales y con parte del Gobierno quitándose de encima la responsabilidad de los millones de parados y trasladándosela a los banqueros, es lo que faltaba. El día se redondea con la reunión de ministros de finanzas, precisamente en Luxemburgo que concretarán los detalles y con miles de jóvenes manifestándose contra el Sistema Financiero, desde posiciones, en ocasiones, muy viejas. Con argumentos ya escuchados antes de que se derrumbara el Muro de Berlín y lo que había al otro lado. Pero claro, para dar con soluciones originales en esta crisis y sobre todo, para que alguien acepte responsabilidades tampoco hay muchos voluntarios.