Minuto económico: Sapos

Minuto económico: Sapos

El Gobierno está dispuesto a ir a por todas. Ni la huelga general, ni los piquetes, ni los violentos antisistema que camparon por Barcelona le van a frenar. Tampoco la victoria amarga de Andalucía, ni los comentarios del Comisario Almunia, poniendo en duda el saneamiento del sistema financiero, ni las dudas de los inversores parecen haber ralentizado al Ejecutivo de Mariano Rajoy. Todo lo contrario. Está dispuesto acelerar las reformas económicas. Es la reforma continua. Es como ir en bicicleta, en una cuesta arriba empinada como ésta, si se deja de pedalear con fuerza uno se cae. Así que, Rajoy, su ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro y el de Economía, Luis de Guindos, aprietan dientes, hincan riñones y pedalean. Los presupuestos aprobados el viernes son una prueba de ello. No sólo son los más austeros de la democracia, son los más arriesgados. Aumentan impuestos a los más poderosos: las grandes multinacionales españolas. Atención a su respuesta. Pero también incluyen una amnistía fiscal que nadie esperaba. Esto indica dos cosas. La primera: quieren, como sea, impedir el deterioro continuo de España en los mercados. Los analistas y la OCDE solicitaban esta amnistía fiscal para que Hacienda pudiera recoger recursos sin necesidad de incrementar los impuestos al consumo que ahogarían la maltrecha economía. La segunda cuestión que demuestra esta amnistía fiscal es la mala situación de las cuentas públicas. Fijense a dónde se ha llegado. Los popular solo llevan 3 meses en el cargo y ya se han tragado varios sapos: el del déficit del 8,5 dejado por los socialistas. El segundo batracio: la situación de la banca que el PSOE no supo solucionar y el tercer anfibio: el incremento del desempleo a cotas inimaginables en cualquier parte de Occidente. Ahora deberán tragarse el cuarto sapo, una amnistía fiscal que contradice todo lo que el PP defendió en el pasado: el cumplimiento igualitario ante la ley, incluida la de Hacienda. Pero en esta crisis todos tragan sapos e incluso, hemerotecas enteras. Winston Churchill lo explicaba mejor: a veces he tenido que tragarme mis propios discursos, pero he descubierto que no eran una mala dieta.
El Gobierno está dispuesto a ir a por todas. Ni la huelga general, ni los piquetes, ni los violentos antisistema que camparon por Barcelona le van a frenar. Tampoco la victoria amarga de Andalucía, ni los comentarios del Comisario Almunia, poniendo en duda el saneamiento del sistema financiero, ni las dudas de los inversores parecen haber ralentizado al Ejecutivo de Mariano Rajoy. Todo lo contrario. Está dispuesto acelerar las reformas económicas. Es la reforma continua. Es como ir en bicicleta, en una cuesta arriba empinada como ésta, si se deja de pedalear con fuerza uno se cae. Así que, Rajoy, su ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro y el de Economía, Luis de Guindos, aprietan dientes, hincan riñones y pedalean. Los presupuestos aprobados el viernes son una prueba de ello. No sólo son los más austeros de la democracia, son los más arriesgados. Aumentan impuestos a los más poderosos: las grandes multinacionales españolas. Atención a su respuesta. Pero también incluyen una amnistía fiscal que nadie esperaba. Esto indica dos cosas. La primera: quieren, como sea, impedir el deterioro continuo de España en los mercados. Los analistas y la OCDE solicitaban esta amnistía fiscal para que Hacienda pudiera recoger recursos sin necesidad de incrementar los impuestos al consumo que ahogarían la maltrecha economía. La segunda cuestión que demuestra esta amnistía fiscal es la mala situación de las cuentas públicas. Fijense a dónde se ha llegado. Los popular solo llevan 3 meses en el cargo y ya se han tragado varios sapos: el del déficit del 8,5 dejado por los socialistas. El segundo batracio: la situación de la banca que el PSOE no supo solucionar y el tercer anfibio: el incremento del desempleo a cotas inimaginables en cualquier parte de Occidente. Ahora deberán tragarse el cuarto sapo, una amnistía fiscal que contradice todo lo que el PP defendió en el pasado: el cumplimiento igualitario ante la ley, incluida la de Hacienda. Pero en esta crisis todos tragan sapos e incluso, hemerotecas enteras. Winston Churchill lo explicaba mejor: a veces he tenido que tragarme mis propios discursos, pero he descubierto que no eran una mala dieta.