Mi primer recuerdo de Alejandro Blanco es de los Juegos de Atlanta en el 96. Estábamos a punto de que Ernesto Pérez Lobo se encuellara la primera medalla de la delegación española. ¡Imagina a los enviados especiales de radios narrando un combate de judo! Blanco iba de micro en micro ayudándonos: "eso es un makikomi... Esa toma es un gake". Era presidente federativo y a la vez, analista experto.
Esta semana ha sido reelegido por el cónclave olímpico español por sexta vez. Sin opositor como en las 4 veces anteriores. Para conocer trazo fino, el artículo de Rafa Fernández en ondacero.es, yo, con brochazo, hablaré de cómo en organismos deportivos se pirran por las trayectorias de récord y las justificaciones de "el plenario me ama". Huyo de todo edadismo. Aunque peines canas, si la ilusión no se apaga como la llama de Olympia, es una gozada aplicar toda la experiencia acumulada. Lo malo es cuando el nombre, los intereses cruzados, los recelos al cambio... Pesan más que las obras hechas.
El reelegido presidente del COE ha de saber que el deporte no está boyante en España y que, por ende, no lo están los deportistas. Los proyectos formativos, los planes de mejora, la financiación, la ley del sector que da más pereza que ordenar el trastero... El CSD no es proactivo en casi nada y luego llega la escasez de medallas, el estancamiento, y nos acordamos de Santa Bárbara aunque no haya truenos. Le deseo fuerza, clarividencia y tino. No vuelva a lo de los juegos en Madrid que suena a cantinela, como cuando quiso liderar lo de poner letra al himno nacional a lo Marta Sánchez. Hay otras prioridades.
Y ya que estoy, si Don Alejandro no tiene por ahora Relevo... Nosotros tampoco. Apaga sus focos un medio deportivo y eso siempre es malo para mi gremio. Quedará su huella y su camino pionero desbrozado, habiendo demostrado su redacción que sí hay cosas por inventar. Que la suerte os acompañe, compañeros, que el talento ya lo hace.