Hay príncipes intocables que cualquier banquillo de fútbol se rifaría. Jaleados, acunados y con crédito indefinido para seguir engordando sus leyendas. Guardiola y Klopp están a la cabeza y ayer se batieron quizá por última vez. El anunciado año sabático del alemán nos privará por ahora de ese juego total, salvaje, donde todos van al límite engrandeciendo el resultado. Entre ellos, 12-11 para Jurgen y ayer, un empate final que supo a victoria para todos los amantes del balón portentoso.
En un fino escalón detrás, Xabi Alonso, delfín y heredero de la clase top y que quizá se empadrone en Anfield, el caso es que sigue haciéndose de rogar para resignación de buena parte del madridismo.
Con menos oropel Xavi y Simeone en los exámenes de Champions que esperemos no sean finales. El Barça le reza a sus polluelos Yamal y Cubarsí, dos diamantes en pleno pulimentado que ya son puntales decisivos en su profesión… pero sin poder conducir ni votar en su vida cotidiana. Y el Atleti también se santigua, a ver si Griezmann puede ejercer aunque sea unos minutos ante el Inter.
En nada nos echaremos en los brazos de la Selección que hay que seguir preparando la Euro, sin Brahim que eligió Marruecos y sin resolución en la cosa de las elecciones. El TAD afea el reglamento del gestor Rocha y el proceso se encalla por el asunto asamblea, que es lo mollar. Y mientras los candidatos ahí, esperando, sin poder hacer carteles y anuncios y esas promesas que adornan.
De cierre, y como aspirante a maquinista que soy años ha, la evocación perenne a los ausentes del 11-M. La memoria siempre activada y la mirada siempre a las nubes para decirles que cada recorrido llevará por siempre su recuerdo.
