Fernando Ónega: "El populismo es bueno para agitar al personal, no para enderezar la economía"

La oposición y la opinión publicada, que ambas agigantan el poder de Pablo Iglesias. Pero no me atrevería yo a sacar la conclusión de que Iglesias tiene menos poder del que pensábamos.

Eso se verá más tarde, cuando decida llevar su propuesta al Consejo de Ministros, que lo sigue prometiendo. Aquí se trataba de salvar un pacto, y para salvarlo había que limar los extremos: ni impuesto especial a los grandes patrimonios que proponía Podemos, ni rebajas fiscales generalizadas que proponía Ciudadanos. Ese es el acuerdo.

Si hablamos de peso político, lo que tiene peso es el realismo, y el realismo lo representa en el gobierno la señora Calviño. Y si al realismo le añadimos el sentido común, ambos dicen por lo menos tres cosas. La primera, que, cuando se necesitan inversiones, cuando se requiere transmitir confianza a quien tiene capacidad de crear riqueza y empleo, es suicida asustarlo. La segunda, que, ante un panorama de recesión como el que anuncian el FMI o el mismísimo Banco de España, la solución es animar, no arremeter contra esos que genéricamente llaman "los ricos" y que tampoco son tantos como para aliviar el déficit del Estado. Y la tercera es que, como ese impuesto sería lo más llamativo para los titulares de prensa, tampoco sería la mejor imagen que ese fuese el resumen de un programa de reconstrucción.

El populismo es bueno para agitar al personal y movilizar los votos del cabreo; no lo es tanto para enderezar la economía del país.

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