No es la primera vez que indulto al Papa Francisco. Ni creo que sea la última. Estos expedientes demuestran que no nos tiembla el pulso en esta sección de éxito. Lo que nos tiembla es la fe, más aún cuando la encarna este cura arrabalero y demagógico.
El motivo del indulto consiste en su última encíclica. Que recela de la tecnología y de la comunicación como sus predecesores en el trono de Pedro recelaban de la imprenta. No existe mejor enemigo de Dios que el conocimiento. Ni mayor garantía que el oscurantismo.
Francisco excomulgaría a Jeff Bezos y a Zuckerberg, del mismo modo que generaliza la condena del capitalismo evocando la teología de la liberación para estupefacción del Opus. Tengo escrito, pero no demostrado, que Francisco y Pablo Iglesias son la misma persona. Y que intercambian desordenadamente los discursos y las homilías.
Por eso desconcierta que Jorge Mario Bergoglio haya lanzado una diatriba contra el populismo,cuando él mismo es un ejemplo categórico de demagogia y de identificación con los desheredados. Permíteme jactarme, Alsina, de que yo mismo acuñé el neologismo que define el populismo ejercido por un papa: se llama papulismo.
Y no conozco mejor expresión del papulismo que Francisco, cuyos falsa modestia y despliegue de lugares comunes es tan flagrante como el desprecio al misterio, la estética, la liturgia. Tanto se hace humano, tanto se trivializa e incurre en el pecado del populismo.
Siento ofender a la feligresía con estos renglones torcidos de Dios, pero la encíclica de Francisco la podían haber escrito al alimón Echenique y el Padre Ángel.