OPINIÓN

Monólogo de Alsina: "No todos se suicidaron el viernes porque aún les quedaban atentados por cometer"

Había más de un grupo de terroristas en París y el segundo de ellos preparaba ya la matanza siguiente. Quizá para hoy mismo en el distrito financiero de París o el aeropuerto Charles de Gaulle.

Carlos Alsina

Madrid | 19.11.2015 08:09

La policía científica seguirá examinando el piso en el que se escondían los yihadistas para determinar cuántos son, en realidad, los muertos. Inicialmente eran dos pero a lo mejor acaban siendo tres, depende del examen (perdón por la crudeza) de los trozos. A cuántos cuerpos pertenecen. Y, aunque el gobierno francés aún no confirma que uno de los difuntos sea el cabecilla del comando exterminador, fuentes de la inteligencia francesa que citan el Washington Post y un diario belga sí lo dan por hecho. En el piso de Saint Denis se acabó la carrera criminal de Abdelhamid Abaaoud, el carnicero belga.

Algunos datos que tal vez les interesen sobre la actuación policial;

• En el intercambio de disparos entre yihadistas y policía se utilizaron más de cinco mil balas.

• La operación duró más de siete horas.

• Sobre el origen de la misma hay dos versiones: el soplo de un confidente policial que estaba al tanto de a quién se le había proporcionado un piso y un teléfono móvil encontrado en una papelera cerca del Bataclán con un sms enviado el viernes: “Vamos allá, empezamos”. Esta segunda versión dice que se localizó la ubicación del móvil al que fue enviado ese mensaje: Saint Denis. Norte de París.

El jefe del operativo policial ha contado a Le Figaro que tenían información de que allí dentro estaba el tal Abaaoud. El asalto al piso se realizó siguiendo el protocolo israelí de actuación contra terroristas suicidas. Que empieza por subir en silencio y colocar una carga explosiva en la puerta. Se busca el efecto sorpresa. No se consiguió porque la puerta sólo reventó a medias y los de dentro les dio tiempo a reaccionar. Parapetándose tras un estructura con ruedas y abriendo fuego contra los agentes. Tres cuartos de hora de disparos. Los policías retroceden y se mantiene el cerco a la casa. Uno de los yihadistas sale por una puerta a la calle. Un francotirador apunta y acierta. Éste es uno de los detenidos. Es entonces cuando la mujer que sigue dentro del piso vacía el cargador disparando a la calle y activa su cinturón explosivo. Revientan las ventanas y caen trozos de todo tipo de cosas, incluida la señora, sobre los coches de policía. Después de eso, los agentes actuaron con calma.

Intentando saber lo que quedaba dentro de la casa sin arriesgar su vida. Primero un dron con cámara para ver por las ventanas, después un robot, por fin punteros con minicámaras desde el piso de abajo aprovechando los boquetes que se han abierto en el suelo. Es ahí donde ven varios cuerpos destrozados. Y cuando se decide que hay garantías para entrar en lo que queda del piso.

A la espera de las identificaciones, el ministro del Interior confirma que se sigue buscando a Abdeslam Salah, este tipo fugado cuyo hermano en Molenbeek se ha declarado muy preocupado porque no sabe si, en medio de tanta preocupación, estará comiendo. Criatura.

De los tres hermanos Abdeslam, dos eran yihadistas y uno no. Y de los dos yihadistas, uno se suicidó el viernes y otro no. Esta familia desbarata la mitad de los análisis que se están haciendo estos días sobre la precariedad económica, la educación y la falta de integración como causa de que unos tipos salgan a matar gente en París un viernes por la noche. Esto que ayer decía, seguro que con toda su buena voluntad, el eurodiputado de Podemos Miguel Urban.

Como Ibrahim Abdeslam vive en un barrio en el que no encuentra trabajo, no ve otra salida que inmolarse. Cómo no entender este razonamiento, ¿verdad? Un joven que está en el paro y no ve horizonte en el barrio donde vive, ¿qué va a hacer, cambiar de ciudad, irse a buscar trabajo a otro país, tirar el tiempo que pueda con la prestación de desempleo (Bélgica: subsidio de duración ilimitada)? No, inmolarse.

Hombre, Urban. Empecemos por distinguir al suicida del asesino múltiple. El que se inmola en medio del desierto es un suicida, el que activa un cinturón de explosivos en medio de una multitud es un asesino múltiple. Lo del primero es cosa suya. Lo del segundo es cosa nuestra. Porque no se inmola él, inmola a los demás: los sacrifica como si fueran su cordero.

Ahora que Pablo Iglesias corrige el tiro y deja de satanizar el pacto antiyihadista, viene su eurodiputado y le releva como patinador aficionado.