La entusiasta muchachada del Juntos por el sí se ha pasado, de pronto, al Juntos por el no. No a Felipe y no a hablar de la financiación de Convergencia. “¿El tres por ciento, dice usted?” “Ni idea, a saber qué es eso”. Le preguntan a Oriol Junqueras y dice: umm, paso palabra. Le preguntan a Romeva, el falso uno, y dice: “bueno, la corrupción es una cosa muy fea que en la Cataluña independiente ya no tendrá cabida”. Le preguntan, en fin, a la señora Forcadell, tan vehemente ella en la denuncia de tantas cosas, y lo que dice es que no hay por qué pedirle explicaciones a Mas porque esto es una operación mediática de la Guardia Civil. Enredando, la policía española, para empañar la blancura heroica de esta candidatura de auténticos catalanes.
La última entrega de la historia de siempre —-el 3%— tiene como protagonistas un folio y una trituradora. El folio lo encontró la policía judicial en la caja fuerte de Jordi Sumarroca. Arriba pone Teyco, el nombre de su empresa, y debajo la lista de contratos públicos obtenidos, la cuantía de los mismos y una segunda cantidad que, según los investigadores, coincide aproximadamente con el 3%. Si el contrato era de cien mil euros, anotaba tres mil. (En los escándalos de comisiones a partidos siempre hay alguien que lo apunta todo, ¿verdad?, un tipo organizado y sistemático que le acaba facilitando mucho el trabajo a la policía).
El folio y la trituradora de papel. Que ésta la tenía en su despacho Daniel Osácar, antiguo tesorero de Convergencia que está procesado en el caso Palau. ¿Para necesita el tesorero de un partido político una trituradora? Para destruir documentos, claro. Si está en papel, se hace trizas. Si está en el disco duro, se destroza el disco a martillazos. Según los investigadores, Osácar estaba triturando papel al por mayor cuando aparecieron por su despacho a registrarlo.
Del señor Osácar ha hecho todo lo posible Convergencia por distanciarse —no hay sms de Artur Mas diciéndole “sé fuerte, Daniel, hacemos lo que podemos”—- pero siempre ha calificado su actuación de irreprochable. Lo cual tiene sentido porque desde el partido financiado, y mientras no haya engañado con los números para llevarse un trozo, no puede haber nada que reprochar. Ha cumplido con la encomienda.
La señora Forcadell —tan vehemente para otras cosas— no ve que haya nada que preguntarle a su admirado rey Artur. Es el estado español, la justicia española, la guardia civil, quien sólo busca hacerles la puñeta.
Que se lo diga a su ex compañera de partido, Montserrat Gasull, que fue quien denunció al alcalde convergente de entonces, Daniel Masagué, por estar cobrando de Sumarroca. Fue una señora de Esquerra, tan de Esquerra entonces como Forcadell, quien puso en marcha esta investigación que ahora tanto incomoda a la corte artúrica. Y que acabó fuera de Esquerra denunciando que a la dirección tampoco le interesaba mucho que se hurgara en esos contratos. Después estará la señora Gasull en este programa.
El otro día retuiteó este chiste que a Jordi Pujol seguro que no le hará gracia:
“Oye, Jordi, ¿tú qué le pedirías a los reyes Magos?”
“¿Yo?, les pediría el 3 %, como a todos los demás”.
Estrenamos la mañana del 31 de agosto, comienzo de curso para aquéllos que no lo hubieran estrenado ya. Con Rajoy camino de Alemania para refugiarse del mundanal ruido en los brazos de la cálida señora Merkel. Hoy dormirá el jefe del gobierno español en el palacio de Schloss Meseberg, junto al lago Huwenow. Según la agenda oficial de Rajoy, Ángela y él darán un paseo antes de cenar por el entorno del lago. Pasear, sí, navegar. no. La última vez que la canciller se llevó a Rajoy a dar una vuelta en barco, en Chicago, acabó cayendo el gobernador del Banco de España.
Eran otros tiempos. Hoy Merkel está encantada con lo bien que progresa su alumno más aplicado y cabe la posibilidad de que lo premie diciendo alguna cosa sobre los efectos nocivos del nacionalismo separatista. Un recado a la corte artúrica, del tipo: no es posible salirse de España sin salirse a la vez de Europa. Lo que daría Rajoy por un mensaje como ése. Para que no sea Felipe González el único que genera debate cuando les dice cosas a los catalanes.
A cambio, a lo mejor se anima Rajoy a arrimar el hombro sobre la crisis de refugiados que está afrontando, ante la indiferencia general de casi todos sus socios, Alemania.
Tanto como se queja España de que la Union Europea no se implica cuando trescientas o cuatrocientas personas saltan la valla de Melilla, habrá que preguntar cómo está dispuesto a implicarse el gobierno español en la gestión de esta situación de emergencia que está declarada en el este de Europa.
Desde el palacio de Schloss no se atisban las caravanas de refugiados. Pero se las siente más cerca que desde la Moncloa.