OPINIÓN

Monólogo de Alsina: "Nadie esperaba que la ministra de Industria despachara a Sánchez como lanzador de globos sonda"

Lo peor que le puede pasar a un gobierno es convertirse en una caricatura de sí mismo.

Carlos Alsina | @carlos__alsina

Madrid | 04.09.2018 07:48

Acabar en la autoparodia.

Que el público escuche lo que el Gobierno anuncia hoy y se ponga a contar las horas que pasan antes de que anuncie lo contrario.

Lo peor que le puede pasar a un gobierno es que parezca que no es capaz de gobernarse siquiera a sí mismo. Que a base de vaivenes —-ahora pa acá, ahora pa allá, ahora pa acá, ahora pa allá— parezca que gobierna a voleo. El gobierno bamboleo.

No es serio que un día anuncies la subida del impuesto del diésel, y al día siguiente digas que te lo vas a pensar y al otro día que ya veremos.

No es serio que en julio la ministra de Hacienda diga que sí…

…y la ministra de Industria diga que su colega se ha precipitado un poco…

…pero ella misma confirme que pretende meter la subida en los Presupuestos del año 19. Pero luego diga que aún es prematuro afirmar qué subida se hará. Y que ayer salga el presidente —-¡el presidente, oiga!— a confirmar que le van a meter un rejón al diésel y salga la ministra Maroto como si no supiera de qué le hablan.

¿Ni siquiera lo ha anunciado? ¡Pero sí lo ha anunciado el presidente! Al bamboleo ya nos vamos haciendo, pero lo que nadie esperaba es que la ministra de Industria despachara a su jefe como lanzador de globos sonda.

¿Un globo sonda? ¿De su jefe? El episodio revela que en este Gobierno la comunicación no fluye. Si la ministra de Industria no está enterada de lo que el presidente del gobierno ha dado ya por hecho, óigame, algo falla.

Mire la cara que se le quedó a Ábalos, ministro también y portavoz oficioso del Gobierno, cuando le preguntaron ayer porqué su compañera de gabinete llamaba globo sonda al anuncio del presidente. Total, que sí, que se va a implantar. El impuesto al diésel. Pero sin dolor, eh, porque no le va afectar a los automovilistas profesionales. Sin dolor y por el bien de todos, porque así pagan más los ilusos que se compraron el coche diésel cuando los gobiernos nos animaban a repudiar la gasolina y ahora son reos de lesa polución. Los malditos del diésel.

En realidad, la subida va en los Presupuestos del año que viene. O sea, que igual al final no sale. Ni eso ni ninguna otra cosa porque lo que no salen son los Presupuestos.

Porque ahí a quien primero tiene que conquistar Sánchez es a su compadre Pablo Iglesias. Y ya han visto qué ha pasado con el impuesto a la banca. Otra interesante historia de bamboleo bamboleo. Y la prueba de que una cosa es lo que predicas cuando eres oposición y otra lo que haces cuando ya has alcanzado el poder.

En enero Pedro Sánchez no preveía llegar al verano siendo él el presidente. En enero fue él quien propuso meterle un impuesto nuevo a los bancos para asegurar, con él, el dinero de las pensiones.

Pedirle es como se le llama, en política, a obligarle a alguien a soltar dinero. En esto del lenguaje de camuflaje el rey del mambo siempre fue Montoro. ¿Se acuerda usted cómo llamó a la subida del IRPF, verdad? Complemento temporal de solidaridad. Mejora tú eso.

Aquel día en que Sánchez propuso apretar a la banca —enero— Pablo Iglesias le publicó un tuit que decía: no imites, innova. Que era su forma de reclamar el copyright de la propuesta. Tiene que quedar claro que quien más ganas les tiene a los bancos es Podemos. La banca que nos fríe a comisiones, que especula con nuestro dinero, nos coloca preferentes y nos desahucia.

Por eso cuando ayer el presidente reculó en lo del impuesto a la banca (ahora ya no le parece tan buena idea meterle el rejón a los bancos) se apareció de inmediato Echenique (Guardián de la Rectitud) para recriminarle que flojee. Ay, Pedro Pedro, que flaqueas. Que te estás entregando al gran capital.

No puede ser. No puede ser que los bancos no paguen y tampoco va a ponerse Echenique a explicar por qué a los bancos les sale tan ligera la factura fiscal y por qué en los años de la recesión les salía tan gravosa. El caso es que los bancos, como los automovilistas del diésel, tienen que sufrir. Si no es con impuesto específico, de otra manera.

Que nos lo explique el Gobierno, dice Podemos. Haciéndose valer como lo que es: el único socio más o menos estable que tiene el Gobierno. Más o menos y según para qué. Porque para subir impuestos y aumentar el gasto público va a tener Pedro a Pablo a su lado. Para decirle a Torra que se olvide de la autodeterminación porque nuestra Constitución no la contempla, no. Y para salir en defensa del juez Llarena, tampoco.

Hoy está citado Llarena ante el juez de Bruselas que tiene que decidir si hay tema o no hay tema: si ve algún motivo para proceder contra el juez español por haber dicho a los periodistas, no en Bélgica sino en España, hace siete meses que la presunción de inocencia ampara a los imputados del procés y que en España no hay presos políticos.

Por decir esto intenta Puigdemont empitonar al juez instructor. Por hablar fuera de los autos judiciales. ¿Le corresponde a un juez belga decir si una declaración de un juez español en Oviedo ha sido ilícita? Hoy empezaremos a saberlo.

En este día de arremetida de Puigdemont contra el juez Llarena en Bruselas, su valido Joaquim Torra se irá al teatro. A repetir el numerito que hizo hace año y medio su creador, Puigdemont. Ansiando recibir aquellas ovaciones con que el público obsequió al entonces presidente.

Teatro Nacional de Cataluña, julio de 2017. Para allá se fueron Puigdemont, Junqueras, Forcadell, Rovira, toda la plana mayor del rodillo independentista a festejar la presentación de sus leyes inconstitucionales, las dos leyes cuya tramitación impuso el rodillo en el mes de septiembre arrasando con los derechos políticos de la oposición. La antesala del primero de octubre y todo lo que vino luego. A ese mismo teatro, ya sin Puigdemont, sin Junqueras, sin Marta Rovira, se va hoy el peón Torra a cumplir órdenes —como siempre— y mantener engrasada la agitación amarilla.

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