MÁS DE UNO

Monólogo de Alsina: "Equilibrismos: Rajoy emulando a Sánchez"

Prepárense porque esto va a ser así unos cuantos días. O semanas. Quién sabe si meses. El que si sí, que si no. Que si avanza la cosa o se atora.

Carlos Alsina | Madrid
| 21/07/2016

Ahora es Rajoy a quien le toca el papel que la legislatura anterior representó Pedro Sánchez: el gran equilibrista. La complicada tarea de mantener girando varios platillos a la vez sin que se acaben rompiendo todos. Sánchez intentó meter en la misma operación política a Ciudadanos y Podemos —aunque sólo fuera para que Pablo Iglesias dejara gobernar— y aunque aguantó bastante con los platillos girando en el escenario, terminó por estrellarse con la dura realidad: ambos partidos se tenían vetados mutuamente. Ahora es Rajoy quien, necesitado de más de un socio a la vez para que le salga la jugada, ve como si se acerca a uno se le aleja el otro. Si predica de pronto las bondades de entenderse con el independentismo catalán —quién nos ha visto y quién nos vela saca la tarjeta amarilla Albert Rivera. Que lo mismo dice que se abstendrá para que haya gobierno porque así lo exige el interés de la nación, que votará en contra bloqueando la investidura de presidente, si Convergencia tiene grupo parlamentario propio.

A ver, que el PP tiene una doble vara de medir sobre la negociación con los independentistas es una evidencia —si lo hace Sánchez está entregando la patria pero si lo hace Rajoy la está salvando—, pero de ahí a que el sentido de tu voto en la investidura dependa de si al estadista Homs se le permite formar grupo parlamentario propio va un trecho difícil de justificar. ¿Le está haciendo un favor el PP a Convergencia? Caben pocas dudas. ¿Ese favor desbarata la tesis Rivera de que hace falta ya terminar con la interinidad y tener gobierno? Pues no parece.

Prepárense, porque esto va a ser unos cuantos días así. La sobreactuación ante las cámaras y la vida real en la trastienda. Y en la trastienda Rajoy y Albert Rivera siguen hablando. Ciudadanos niega con una vehemencia digna de mejor causa que haya empezado a negociar ya los números de los próximos Presupuestos del Estado. Que no, que no y que no, dicen, que aquí no hay negociación alguna mientras no haya investidura de presidente. Si hay que creer a Ciudadanos, oiga, aún no hay nada. Si hay que creer al PP, la cosa marcha. Tampoco parece tan descabellado que el partido de Albert Rivera le esté echando un ojo a los números. Sería sensato ir avanzando en esa línea si, como viene repitiendo Rivera, la primera meta volante que conviene cruzar con éxito es esto del techo de gasto. La primera piedra, digamos, para poder hacer los presupuestos del Estado y presentárselos a tiempo a Bruselas. Si ese techo de gasto se pretende aprobar en el Parlamento la tercera semana de agosto, no está de más que los grupos, no sólo Ciudadanos, vayan estudiando qué posición defenderán. Aunque no lo parezca, las semanas vuelan.

El rey Felipe aún no suelta prenda de los planes que tiene. Recibió a la señora Pastor y a al señor Garcia Escudero y se dio por enterado de que ya hay cortes para empezar de nuevo con el procedimiento. Y hasta aquí pudo leer. Este jueves se espera que fije el rey la agenda. Y adelanta el diario La Razón que, terminada esta ronda la próxima semana, no habrá nombre propuesto. Que el monarca no se arriesgará a otra investidura que no salga. Es decir, que esta vez parece haber sintonía entre los planes del jefe del Estado y los del único aspirante conocido al cargo de presidente: se acuerdan de lo que dijo Rajoy, ¿verdad?, si tengo la seguridad de que no salgo, llamo a una reflexión general y lo vemos.

Con estos mimbres, ¿sigue vigente el plan de hacer una sesión de investidura el dos de agosto? Con estos mimbres, no parece. Pero ya saben: aquí los mimbres cambian, si los líderes quieren, de un día para otro.

Bruselas, de momento, espera acontecimientos y deja hacer. Pero difícilmente va a sosegar a los guardianes de la ortodoxia que esta España en funciones desde hace siete meses retrase la presentación de sus Presupuestos, difiera, por tanto, las medidas que piensa tomar para cumplir el déficit mientras se escucha a gobiernos autonómicos, como el andaluz, proclamar que no le meterá la tijera a nada lo diga Montoro, Bruselas o el Dalai Lama, y mientras sigue renqueando el sostenimiento de las pensiones. Otros mil millones que ha habido que sacar de la hucha para afrontar el pago del IRPF de los pensionistas. De la hucha sigue saliendo dinero y en la hucha no entra. Dentro de un año, si esto no cambia, el cerdito estará a punto de fenecer hambriento. Pero véte tú a decirle a los nuevos parlamentarios que se pongan las pilas para ver cómo se le da la vuelta a esta tendencia inquietante si andan todos verdaderamente ocupados tratando de averiguar quiénes fueron los diez diputados socorristas que se lanzaron en ayuda de PP y Ciudadanos cuando estos ni siquiera estaban en riesgo de que naufragara su acuerdo.