OPINIÓN

Monólogo de Alsina: "'Apretao' se le veía a Torra, que quisiera tener un millón de amigos, pero que sólo tiene uno, el de Waterloo"

"Haciendo amigos". Éste era el título del capítulo de ayer del serial.

Carlos Alsina | @carlos__alsina

Madrid | 02.10.2018 07:47

Era un capítulo muy esperado, porque se emitía el primero de octubre. Como aquel otro capítulo, de hace un año (el serial es interminable) en el que salía Puigdemont, ¿se acuerda?, sembrándole a Rajoy Cataluña de urnas chinas.

Sí, hombre, sí que se acuerda. Lo que pasa es ahora sabe que aquello fue una desobediencia al Constitucional de libro. Como admitió en el capítulo de ayer su clon en el serial, el personaje Torra.

Un acto de desobediencia. La fiscalía estará encantada de citarle cuando llegue el juicio.

Pero el capítulo de ayer era un homenaje a la fraternidad, la cordialidad y las sonrisas. Por eso se titulaba 'Haciendo amigos'. Un guiño al personaje Torra, que llama así a los CDR, sus amigos.

Amigos del CDR, que apretáis y hacéis bien en apretar. 'Apretao' se le veía a Torra, que quisiera tener un millón de amigos, como Roberto Carlos, pero que sólo tiene uno, que es el de Waterloo.

El episodio de ayer empezó con una espectacular imagen aérea, grabada con un dron, en la que se veía la cumbre del Aneto. El Aneto, Pirineo Aragonés. Provincia de Huesca. La cámara se iba acercando hasta la cruz que corona la cima para descubrir que anónimos patriotas de la República de las Sonrisas la habían pintado de amarillo. Esta debe ser la famosa neutralidad de los picos montañosos públicos. Pintar de amarillo las cruces que no son tuyas. Y que ni siquiera están en Cataluña. Empiezas inventándote la corona catalano-aragonesa y acabas llevándote el Aneto a la Seo de Urgel.

Haciendo amigos.

En la siguiente escena, verdaderamente emotiva, un grupo de jóvenes desinteresados y extrovertidos, caminan por las calles de Barcelona para ayudar, en lo que puedan, a los intrépidos reporteros. Qué exaltación impecable, e inapelable, de la tolerancia, de la educación y del respeto. Estos republicanos jóvenes, y quizá un poco gritones, ofrecían sus espráis de pintura por si los reporteros deseaban, por ejemplo, ponerse hechos un trapo, o se esforzaban en colaborar en la tarea informativa.

He aquí el amor por la tierra que compartieron con la [[LINK:EXTERNO|||https://www.antena3.com/programas/espejo-publico/noticias/los-cdr-boicotean-a-una-reportera-de-espejo-publico-en-la-subdelegacion-del-gobierno-de-cataluna_201810015bb1e52b0cf2a29b91ed2323.html|||reportera de Antena 3…]]

He aquí el fraternal canto al pacifismo que pudo disfrutar ayer la reportera de TVE…

He aquí este otro canto, de amistad a los pueblos, con que fue obsequiado el reportero de Telemadrid

Y qué decir, hermosísima escena del capítulo de ayer, qué decir de este recibimiento cálido, respetuoso, tan propio de la Barcelona cosmopolita y hospitalaria…

…que permitió al periodista Cake Minuesa conocer de primera mano que la capital catalana será, mira tú por dónde, la tumba del fascismo.

Le gritaban, le acechaban, le apretaban que diría Torra (es lo propio de una revolución de las sonrisas) y acabaron echando en brazos de un mosso de esquadra que lo tuvo que sacar de allí para evitarle tal profusión de respeto y buenas maneras.

Los jóvenes vociferantes, con sus espráis de pintura para arruinarle el traje a cualquiera, esforzándose en boicotear, entorpecer y coaccionar a los periodistas que no cuentan las cosas como ellos quisieran.

Todo lo que no es independentismo es fascismo. Y todo lo que es fascismo debe ser erradicado de nuestros barrios. Así se las gastan los amigos del presidente apretao, Joaquim Torra. Ya va haciéndose él mismo a la idea de lo que le espera como los CDR decidan que se nos ha vuelto, él también, fachista.

La Cataluña de Joaquim Torra es así: el Parlament cercado, fuera, por los CDR y ninguneado, dentro, por la presidencia de la cámara.

La Cataluña de Torra es así: miles de ciudadanos atascados en los cortes de tráfico, alterada su vida cotidiana por el secuestro de las vías férreas, entorpecido el tránsito en el centro de Barcelona. Y el presidente autonómico animando al grupo de agitadores que ha provocado todo eso a que sigan apretando.

Uno entiende que Torra, combatiente otoñal, habría deseado ser el jefe de los CDR, pero de momento es el jefe de los Mossos d' Esquadra y el encargado de garantizar que nadie secuestre por las bravas las vías públicas. Hasta los independentistas más acérrimos tienen que ir a su trabajo por la mañana.

Esto que ayer dijo José Borrell. Que el orden público es competencia del presidente que se declara amigo de los CDR.

Tan diferente, por otra parte, de lo que dijo su compañero de gabinete el señor Ábalos. El afán de agradar a los independentistas provoca, en ocasiones, episodios ridículos. Como un ministro del gobierno de España, el de Fomento, diciendo, con Barcelona atascada, el AVE en Girona bloqueado, carreteras cortadas y una sede oficial asaltada para tirar al suelo la bandera de España, que la jornada discurre de modo asumible.

Defina usted 'asumible', ministro. Porque lo que es asumible y lo que no depende mucho de lo que cada uno esté dispuesto a asumir. En el caso del gobierno central, parece que está dispuesto a asumir casi cualquier cosa.

El señor Torra tiene dos problemas.

• Uno, que no es nadie.

• Dos, que la CUP y compañía le tiene ya calado.

En una cosa tienen razón: este Torra, mucho discurso, mucho homenaje, mucha conmemoración, pero ni un paso más hacia la separación de España. Es una farsa. ¿No dijo él mismo ayer que el formidable acto de desobediencia al estado que fueron las urnas chinas de hace un año es el camino que se debe seguir?

Pues no debiera extrañarle entonces que los más ansiosos por tensar las calles le exijan que se aplique el cuento. Si la desobediencia es el camino, ¿a qué esperas para liberar tú a los presos?

Al gran engaño de hace un año se añade el pequeño engaño de un año después. Los agitados extremistas que creyeron que la bandera española sería arriada, hace un año, del Palau de la Generalitat, se sienten estafados y predican la revolución por las bravas y en las calles. Y se están gastando, por cierto, un dinero en pintura.

Bien es verdad que su revolución es sólo en días señalados y, a ser posible, no muy seguidos porque tanta revolución cansa. La ventaja de montar el pollo sólo en los aniversarios de alguna cosa es que el resto de los días puedes seguir descansando y haciendo vida corriente.

Quién se acuerda ya de que hace un año coqueteaban con la idea de convertir la plaza de Cataluña en un maidán a la ucraniana. La revuelta permanente hasta que cayera el Estado. Los tres millones de catalanes que, según Tardá, iban a echarse a la calle para permanecer indefinidamente en ella. En fin, todo aquello. Toda aquella mezcla de alucinación colectiva y jóvenes guerreros ebrios de exaltación patriótica.