OPINIÓN

Monólogo de Alsina: "De tus apologetas, ¡cuídate, Feijoo!"

Carlos Alsina reflexiona en su monólogo de 'Más de uno' sobre lo que pasará con el líder popular, Alberto Núñez Feijóo, tras el fracaso de su investidura . Además, se pregunta si realmente están todos sus miembros en favor de la amnistía o hay un silencio interno por temor a ser expulsados.

Carlos Alsina

Madrid | 22.09.2023 08:36

Mañana de viernes. Que es mañana de vísperas. Hay partido de la selección esta tarde. Frente a Suecia. El estreno de la Liga de las Naciones. La selección femenina, por supuesto. Ahora ya la selección, si no se dice lo contrario es la de mujeres. Que para algo es la que se ha ganado el título de campeona del mundo. La campeona vigente. Desde hace un mes. Sólo un mes ha transcurrido desde la final de Australia, ¡pero qué mes, oiga! Anda que no han sucedido cosas. Cayó Rubiales, cayó Jorge Vilda, acaba de caer Andreu Camps y se espera aún que rueden otras cabezas.

La Federación ha tenido que atender las demandas de las jugadoras y el Gobierno, que renunció durante años a meter en vereda a la Federación, que entregó a Rubiales en bandeja las cabezas de María José Rienda y de Irene Lozano, ondea ahora la bandera del 'se acabó' y gusta de ser visto como el principal aliado de las mujeres convocadas. Aquel tiempo en el que el fútbol femenino era visto con condescendencia por los hombres que mandaban en la Federación, y en la mayoría de los clubes ---dejemos que jueguen, dejemos que crean que alguna vez el fútbol de mujeres podrá tener la repercusión que tiene el de hombres---, aquel tiempo se está acabando (aún no se ha acabado del todo) a velocidad acelerada.

Ganar un mundial te coloca en el centro del escenario, todos los focos encendidos sobre aquello que digas y que hagas. Se llama repercusión social, y popularidad, y seguimiento. Pero se llama, también, presión. La presión de tener al país pendiente de cada paso, cada palabra y cada gesto. Hicieron bien las jugadoras (dos de ellas en calidad de portavoces, Alexia Putella, Irene Paredes) en comparecer y responder. Para explicar que aspiran a poder ocuparse sólo de jugar bien al fútbol. Pero que para que ese momento llegue, han de seguir batallando contra la discriminación, la condescendencia, el paternalismo, el desdén y los abusos de poder disfrazados de espontaneidad y de afecto. Que ninguna de ellas deje pasar ni una.

Ni González ni Guerra tienen intención de borrarse del PSOE ni Sánchez tiene cuajo suficiente para expulsarlos

Cambiar las cosas quedándose. Desde dentro. Ni Felipe González ni Alfonso Guerra tienen intención, que se sepa, de abandonar el partido que refundaron cuando Franco aún estaba vivo y hacer política, y liderar un movimiento político, era bastante más peligroso que ahora. Ni ellos tienen intención de borrarse ni Sánchez tiene cuajo suficiente (y cuajo tiene) para expulsarlos del PSOE. A Nicolás Redondo lo puedes echar alegando que hay que tener respeto por las siglas (y lo que tú quieras), pero Felipe y Alfonso son palabras mayores. No habrá ni expediente de sanción. Aunque sí hay ---lleva días habiéndolo--- un empeño evidente de borrarlos. Si habla Zapatero, todos en pie que es la voz de la experiencia. Si hablan Guerra y Felipe, a por ellos.

¡Desleales!, dicen en Ferraz, o sea, ha encargado Sánchez que se diga.

Esto dice Santos Cerdán: no respetan las mayorías en el partido. Dices: ¿qué mayorías? No consta que en el partido se haya debatido nunca amnistiar a Puigdemont. Mucho menos consta, por tanto, que la posición del partido sea favorable a promover una amnistía. Ni que se haya encomendado al secretario general fijar una postura al respecto para que todo el mundo, sí o sí, tenga que hacerla suya. El día que toque, lo será. La postura oficial. Porque lo que Sánchez diga que hay que hacer, va a misa. Pero incluso ese día tener un criterio diferente al del aparato y manifestarlo no es una deslealtad, es tener un criterio diferente y expresarlo. Lo desleal con los votantes es ocultar lo que uno piensa. Y lo que uno planea. Ésta debe de ser la famosa mayoría silenciosa. Porque no abre el pico. Cuántas veces no habrá presumido en su historia el PSOE de no ser una secta, ¿verdad?, de tener corrientes internas ---qué tiempos aquéllos de Santesmases, Izquierda Socialista, el guerrismo, los renovadores por la base---. El propio Sánchez fue corriente crítica contra el aparato entre el primero de octubre de 2016 y su regreso al poder en Ferraz, en ese tiempo discrepó de todas las decisiones e hizo de esa discrepancia su mayor capital político. Pero ahora toca predicar que no cabe la discrepancia. Llamarla disidencia. Deslealtad. Traición a la siglas. ¡Golpismo!

Si las mayorías en el PSOE están con la amnistía, ¿a qué esperan para manifestarlo abiertamente?

A ver, si las mayorías en el PSOE están con la amnistía, ¿a qué esperan para manifestarlo abiertamente? El debate público está abierto desde hace semanas. Quienes repudian amnistiar a Puigdemont, no sólo Felipe y Guerra, lo vienen diciendo en voz alta cada día. En Ferraz dicen: nah, son dos y el de la guitarra, dos vejestorios. Bueno, pero y los otros, los que están en la posición contraria a Guerra y a Felipe y a favor, por tanto, de la amnistía, ¿por qué no lo dicen? ¿Por qué callan, Santos, por qué callan? Si el debate público está para eso.

Mira Yolanda Díaz, lo poco que le cuesta defender las bondades de una amnistía penal a la vez que abomina de una amnistía fiscal (que, por cierto, también va a haber amnistía fiscal, a la administración catalana se le va a perdonar el pago de la deuda, ¡la quita!) Ésta es la situación pasmante que está viviendo el PSOE. Quien habla contra la amnistía es un desleal. Pero quien habla a favor resulta que aún no existe. Leal, por tanto, es el que calla. Las vicepresidentas que esquivan preguntas de la prensa, los ministros que dicen que aún no toca, los dirigentes regionales que renuncian a tener criterio sobre las cosas ---a lo Formoso, ¡tú has lo que tengas que hacer, Pedro!---.

Es verdad que Santos Cerdán, haciendo honor a su nombre de pila, puede estar entendiendo la lealtad como fidelidad, es decir ---tiro de diccionario--- como la observancia de la fe que alguien debe a otra persona. Eso va ser. La obligación de tener y demostrar fe en el Sumo Pontífice. La militancia en un partido entendida como pertenencia a una organización religiosa, de fe debida a la interpretación que en cada momento hagan el papa y sus cardenales de la palabra divina. Lealtad como obligación de los fieles de no cuestionar las directrices cambiantes que emergen del vértice de la pirámide.

Feijóo no tiene nada de lo que estaba buscando

Viernes de vísperas, les decía, para Feijóo. Que el domingo tiene convocado un mitin, o concentración, o acto, o protesta o lo que sea contra la amnistía y a favor de sí mismo, claro. El baño popular, y fervoroso, de los propios 48 horas antes de que los otros tumben en el Congreso tu pretensión de presidir el Gobierno de España. Si Sánchez se quedó corto de escaños y anda rehabilitando a Puigdemont para cubrirse, Feijoo se quedó corto de escaños y no tiene a quien rehabilitar. Encamarse con Vox en los gobiernos regionales no parece que le procurara a Feijóo un aluvión de votos, y tampoco que la operación amarre en las comunidades autónomas haya resultado un buen negocio ahora que Abascal anda aún más corto de escaños.

Si el casamiento con Vox en julio tenía como objetivo que Abascal invistiera a Feijóo en septiembre sin reclamar ministerios, lo que se ha conseguido es que Abascal no reclame nada, en efecto, porque no hay nada que reclamar. Vox tiene lo que buscaba ---vicepresidencias autonómicas, consejeros, presidencias de Parlamentos, a López Miras y a María Guardiola teniéndose que comer sus palabras, pero Feijóo no tiene nada de lo que estaba buscando. Tiene un naufragio parlamentario en ciernes y una nueva presidencia de Pedro Sánchez. A navegar en la oposición y con el viento en contra. A ver cuánto tardan los periódicos que lo entronizaron en primavera antes de tiempo en sugerir que al frente del PP falta solidez, falta claridad y falta liderazgo. Bueno, sólo hay que leer entre líneas para advertir que algunos diarios ya están moviéndole el asiento. De tus más encendidos apologetas, cuídate, Feijóo.

Vídeo del monólogo completo de Carlos Alsina