Como saben los profesionales de PoceroExpress -desatrancos a domicilio y limpieza de alcantarillados- por hondo que circule los excrementos, siempre es posible, con voluntad, dedicación y oficio, sacarlos a flote, aunque al hacerlo el mal olor se extienda.
Con voluntad y con oficio, el capitán de la guardia civil Bartolomé del Amor, según contó hoy Europa Press, firma un jugoso informe entregado ya al juzgado que dice que Jaume Matas, ex president del gobierno de Baleares y ex ministro del gobierno de España, evadió sustanciosas cantidades de dinero a paraísos fiscales (¿sería Andorra, sería Suiza, sería la Isla de Man?), y que ese dinero evadido eran mordidas, comisiones que se llevaba de los contratos de obras públicas que su gobierno decidía. La vieja máquina de hacer dinero: la concesión pública (previo pago del peaje que reclama el que manda). Entre 2003 y 2007 el señor Matas se hizo de oro. Y se entiende así el disgusto que le supuso no obtener la mayoría absoluta en las autonómicas de aquel año, o sea, perder el gobierno. No se quedaba sólo sin poltrona, se quedaba sin el surtidor de dinero fácil, y sucio, que le había añadido al cargo.
La evasión fiscal de Matas sorprende menos que la de Pujol porque sobre Matas ya se sabían muchas cosas, casi todas relacionadas con el Palma Arena. Y porque los propios compañeros de partido de Matas empezaron a contar, cuando el árbol ya había caído, lo moscas que habían estado siempre todos porque el tren de vida del matrimonio -del matrimonio y del patrimonio- no se correspondía, ¿verdad?, con sus fuentes de ingresos conocidas. Como la princesa Munar, pero en príncipe y del PP. Ay, los compañeros de partido, que en privado chismorreaban entre ellos -de dónde sacará Jaume tanto dinero- sin alcanzar a sospechar, criaturas, cuál era el truco.
De Pujol se sabe que también evadió -clandestinidad fiscal, lo ha llamado, en un esfuerzo por mostrarse ingenioso el ministro Montoro (los años de la clandestinidad...fiscal)-, pero está por ver que la cuenta en Andorra que Pujol reconoce sea la única y que el origen del dinero sea la herencia del seu pare. Montoro ha dejado caer, con toda intención -y sabiendo, en este caso, lo que dice- que en este escándalo hay más tela, más chicha, que la que hasta ahora conocemos. Chicha de esa que, como saben en PoceroExpress, atufa.
Es verdad que hoy Montoro ha disfrutado. Y que eso es lo que más ha irritado a Convergencia y a Esquerra, que se empeñan -son ellos los primeros que lo hacen- en vincular la evasión fiscal con el soberanismo, como si afearle sus vergüenzas a Pujol equivaliera a aguarle la urna de cartón a Mas y Junqueras. Montoro ha disfrutado porque ha podido hacer lo que más le gusta, presumir de tener más información que nadie y sentirse hábil parlamentario e influyentísimo político.
Pero si al responsable de la persecución del fraude fiscal se le presenta la ocasión de poner a caer de un burro a un defraudador, que además es de otro partido (y al que, el PP, en este momento no necesita para forjar mayorías parlamentarias), no esperarás que se muerda la lengua. Sobre todo cuando es el propio evasor el que ha confesado su culpa -que por aquí empezó Montoro hoy su acústico: como pasó con Bárcenas, ha dicho, al haber sido el propio contribuyente el que ha cantado la gallina me declaro liberado de la confidencialidad a la que me obliga la ley (dicho por el mismo ministro que tiene anunciada, desde hace dos años, la publicación de una lista de defraudadores y grandes morosos)-.
Entre lo primero que ha dicho Montoro está esto que es de cajón y que, sin embargo, ha merecido grandes títulos hoy en los diarios digitales: que la Agencia Tributaria “llegará hasta el final”, sólo faltaba. Lo segundo, y esto es más interesante, que Pujol no ha pagado todavía: ha admitido la evasión pero, a diferencia de sus hijos, él no ha regularizado lo suyo. Y lo tercero, que aparte del descrédito público, hay posibles delitos cometidos que deben seguir su curso judicial. Y lo cuarto, y esto ya podemos incluirlo en la vertiente más política del asunto, que las primeras investigaciones de Hacienda sobre los Pujol se produjeron en el año 2000. Son coincidencias que tiene la historia, pero 2000 es el año en el que Aznar, después de gobernar con Pujol de aliado en su primera legislatura (el pacto del Majestic, ¿te acuerdas, Alejo?), saca mayoría absoluta y ya no necesita a Pujol.
Más allá de estas cuatro cosas, el resto ha sido recrearse en la suerte con alusiones al proceso soberanista y pullas indirectas dirigidas a Artur Mas con la sutileza que es hecho diferencial de este ministro. Habrá que plantearse esta noche la pregunta: que un ministro le atice a Mas por la evasión de Pujol, ¿debilita el soberanismo o le da oxígeno? Convergencia y Esquerra ya tienen respuesta a la pregunta y hoy han dado indicios: la mejor forma, piensan, de evitar que el bochorno pujolés afecte negativamente a la causa es....convertir a Pujol en un mártir de la causa. “Van a por él por nacionalista, no por defraudador”, dicen los independentistas.
El truco es tan viejo y tan burdo que aún aumenta más el bochorno. Y la cosa debe de ser contagiosa, porque comentaristas catalanes que siempre le han reprochado al gobierno flojera en la persecución del fraude fiscal se rasguen ahora las vestiduras por lo que llaman “inquina, linchamiento, y saña contra Jordi Pujol”.
Evocar a Bárcenas, como hoy hizo Montoro, está bien porque permite comparar la contundencia con la que hoy se expresó el ministro con un político de otro partido con la que mostró en su día con un político del suyo. El de Bárcenas también es uno de los casos más graves de fraude fiscal, de mangoneo de dinero negro y de fomento del descrédito sobre los políticos, pero no se recuerda que Montoro se mostrara con aquel asunto tan vehemente y tan ácido como hoy. Claro que entonces aún intercambiaban sms el tesorero evasor y su presidente.
Lástima, porque medir a todos los evasores, tengan el carné político que tengan, con la misma vara -no sólo en la exigencia legal, que sólo faltaría, sino en el discurso que uno hace al respecto- contribuiría mucho a desmentir esta impresión de que cuando el chanchullero, el mangante o el imputado es compañero tuyo de partido, corres un velo muy tupido. Ya puede ir ensayando con Jaume Matas.
Eso vale para Montoro y vale para tanto comentarista que estos días, en Cataluña, se está mostrando esquivo a la hora de juzgar el fraude confesado por Pujol, al que siguen tratando de president Pujol con la misma actitud reverencial que le han profesado siempre. Comentaristas que se van por la tangente y se escandalizan no tanto del fraude (el enorme fraude que ha resultado ser este señor) como del discurso que hace el gobierno, o “la prensa de Madrid” sobre el mismo. “Persecución, inquina, saña”. Martirologio en vísperas de la diada. Beato póstumo como si no le hubieran santificado lo suficiente en vida.