Opinión

Monólogo de Alsina: "Será muy incómodo volver a moverse por ahí fuera. Estaremos más controlados que nunca"

Diario de la pandemia. Quince de abril. Ya queda un día menos para dejar todo esto atrás.

Carlos Alsina

Madrid | 15.04.2020 08:26

· Quince de abril y Rajoy sin dimitir. ¡Sin castigo aún la evasión mariana! Tengo para mí que esto de Rajoy ha generado más comprensión que escándalo, pero seguramente me equivoco.

· La última vez que el hijo de Raquel salió de casa fue el veinte de marzo. Raquel tiene dos hijos. La mayor, dieciocho años, pendiente de ver qué pasa con la Evau, y el pequeño, que tiene trece, con una discapacidad importante y sordo. Por lo que me cuenta su madre, aunque tiene trece años es como si tuviera muchos menos. El 20 de marzo salieron de casa para ir al hospital. A una prueba de las muchas que le toca pasar. ‘Un día extraño, dice Raquel, el hospital infantil vacío pero el trasiego del personal sacando las camillas de las consultas para llevarlas a urgencias. ‘Y yo, con el miedo en el cuerpo, en un box, hora y media mientras a mi hijo le sacaban sangre. Nos dio a todos una lección porque todo nos lo hizo más fácil que nunca’. Un campeón.

· El 20 de marzo fue uno de los días malos malos en los hospitales de Madrid. Hoy sigue habiendo miles de pacientes ingresados, pero aquella impotencia de los médicos porque no daban abasto para atender enfermos ya quedó atrás. Hoy ven con confianza que salgan más pacientes dados de alta que ingreso de nuevos infectados. Aunque esté todavía por escribirse la historia de las secuelas que en tantos médicos y enfermeras dejará lo que nos ha pasado.

· Escuché al consejero de Sanidad de Madrid dar el número de ancianos en residencias fallecidos sin diagnóstico.

Dos mil ochocientas veinte personas muertas en residencias sólo en Madrid. No están en la lista oficial de fallecidos pero hay poca duda sobre de qué han muerto. Coronavirus y neumonía sin que nadie los llevara a un hospital. La residencias. Lo más desolador. Si es que cabe hacer una jerarquía de las desolaciones que vamos arrastrando.

· Me dice Pascual que esto que hacemos aquí cada mañana, compartir historias, es como si nos sentáramos todos en torno a una mesa familiar en la que uno se siente cómodo. Tanto si se decide a hablar como si prefiere estar callado. Me gusta la imagen, aunque habría de ser una mesa kilométrica para que entrásemos todos. Hoy Pascual tiene ganas de hablar. Así que... adelante, Pascual, el

micrófono es tuyo. ‘Hola, soy Pascual, soy abogado, vivo en Yecla y estoy haciendo mi tesis en Derecho Constitucional. Nunca antes había usado esterilla para hacer ejercicio en casa...’ ¡Al grano, Pascual! ‘Tengo una novia que es médica’. Ahí vamos. ‘Trabaja en Murcia y el nueve de marzo me pidió que nos separásemos. Que yo me viniera para Yecla por mi seguridad y la de mi familia, no fuera ella a contagiarnos. Nueve de marzo. Desde entonces, no hemos podido vernos’. Concluye, Pascual, concluye. ‘No creo que esta pandemia nos haga más fuertes, ni más sabios, ni mejores. Pero a mí este mes me ha persuadido de que la vida compartida te parece más valiosa cuando un virus te impide disfrutar de ella. Y yo, que soy joven y estoy sano, al pensarlo me siento afortunado’.

Gracias por compartirlo, Pascual. Joven, sano, con novia en Murcia y con esterilla en casa.

· Leticia tiene un piso muy bonito frente a la Seo de Zaragoza. Estos días agradecería que tuviera algunos metros más, por lo del confinamiento. Su marido y ella son autónomos. Ayer escuchó en el programa que los hospitalizados tienen que seguir pagando la cuota y me dice que le parece increíble. Aunque ella misma tuvo que pagarla los seis meses que estuvo sin ingresos después de dar a luz. Porque Leticia tiene un tesoro en casa que responde a al nombre de Hugo. Cuatro años y una enfermedad congénita que afecta al corazón y al hígado. Ella empezó con la fiebre y la tos y el médico de familia le aconsejó que se aislara en casa. Sin diagnóstico, porque no había test. (Tampoco allí, pienso mientras leo su carta). Veinticinco días lleva así Leticia, ahora entiendes por qué el piso, que es muy bonito, le parece también muy pequeñito. Me dice que ha pasado miedo. Por Hugo. Una noche le oyó toser en la otra habitación y le entró el pánico. Pero han ido pasando los días, él no ha tenido síntomas y ella, después de la fiebre y el cansancio, ha ido para adelante y no ha pasado nada grave.

· Recibo carta desde China. No Wuhan, sino Cantón, que en el mapa está bastante más abajo. Allí residen Ana y Erick, que están viviendo la historia por segunda vez. La primera fue cuando el coronavirus se expandió allí y la segunda es ahora que se ha expandido aquí, su país, del que reciben noticias por la radio. Noticias de su país y de su gente. En Cantón no hay confinamiento pero han cambiado las rutinas: hay termómetros de esos de pistola en todas partes, te toman la temperatura para entrar al metro, al supermercado, a cualquier edificio. En los teléfonos todo el mundo lleva una aplicación que te cataloga según estés contagiado o no y registra todos tus movimientos. Los extranjeros que han regresado hace poco de sus países están entre los más vigilados para evitar los casos importados. ‘Vivimos tiempos extraños’, terminan.

· La aplicación de la que me hablan Ana y Erick la he visto en un documental que ha grabado un cineasta japonés en Nanjín. En una de las escenas entra al metro, un empleado le apunta con la pistola termómetro a la frente, le permite pasar porque está por debajo de 37,2, tiene que registrar con un código QR a qué tren se sube, en qué vagón y con qué destino.

En el McDonalds, donde se hace el pedido por móvil y códigos QR y se recoge después en la ventanilla, la comida la sirven en un sobre que indica los nombres y temperatura corporal de quienes trabajan en la cocina. En la calle, otra aplicación que se llama Mapa de Infección muestra un plano donde están indicadas las manzanas en las que ha habido algún infectado: icono rojo si el contagio se produjo hace menos de 14 días y amarillo entre 14 y 28 días. Al verlo pienso que va a ser muy incómodo esto de moverse por ahí fuera. Y que vamos a estar más controlados que nunca.

· Sofía, antes de saber lo de Rajoy, ya estaba pidiéndole a Sánchez que la dejara salir al parque. Sofía es bastante pequeña y habla un idioma minoritario que se llama lengua de trapo. Por eso su exigencia política no ha tenido mucho eco. Yo te traduzco, mira. ‘Hay que decirle una cosa: déjame ir al parque’.

· El ministro Marlaska tranquiliza a la opinión pública informando de que lo de Rajoy se está investigando.

No, no es El Mundo Today. Es España.

· Hay que ver lo de Rajoy, que no haya dimitido aún como caminante blanco. Yo no creo que si la policía le para, Rajoy se haría el despistado. ‘Que la ley española no permite salir a estirar las piernas. ¿Y la europea?’ Si lo piensas, Rajoy es un pionero. Un adelantado. Él da por hecho que el gobierno va a levantar la mano con los deportistas y los niños y se anticipa. Como niño deportista que él siempre ha sido. (Yo también creo que el gobierno va a levantar la mano porque está Urkullu martilleando). Rajoy es un ensayo. Si él es capaz de ejercitarse sin tener a nadie a menos de cuatro metros otros como él también podrían. Aunque dejen sin escándalo al chivato.

· El gobierno ya ha puesto condiciones al pacto nacional que anda predicando. La condición es que el gobierno no se toca. La ministra portavoz ha dado instrucciones a Casado sobre cómo debe comportarse el jueves.

Que lo sepas, Casado. No es ir por ir, es ir con afán de aceptar lo que Sánchez proponga. So pena de ser acusado de estar bloqueando la investidura. Digo la reconstrucción de un país que el gobierno se ve que ya da por destruído.

· No sé si es una forma inteligente de plantear una negociación ésta de decirle al de enfrente lo que tiene que hacer si no quiere ser linchado. El gobierno de coalición no se toca. Pues tampoco entiendo por qué. Si el presidente quiere para España unos Presupuestos que tengan el mayor posible del Congreso, debería estar abierto a hacer todo lo que esté en su mano. Incluido un cambio de ministros.

· Me dice un colega: es como si Sánchez exigiera para pactar que el PP no lo lidere Casado. Y no me convence la comparación. Entre no tener Presupuestos y tenerlos a costa de sacrificar ministros, puede que lo segundo no sea tan mala idea. Después de todo el gobierno de ahora se diseñó para un país que ya no existe. Aquel que crecía al 2% y podía permitirse el lujo de estar pendiente del código penal para independentistas sediciosos y del desenterramiento de Franco. Ahora va a decrecer al 8 % anual y estará pendiente de la caída en la recaudación y de la tasa de paro.

· La alta política, como se ve, es un no parar. Pablo Iglesias ha escrito un tuit. Y otro. Y otro, Y otro. Hilo, lo llaman. Es como un discurso de Nochebuena pero en trozos. Sobre la república o algo.

· Lastra no ha retuiteado ningún tuit. De los de Pablo.

· Laura se fue hace un año a Noruega. Es enfermera en una residencia de Bergen. Y me habla de otra enfermera. Jubilada. Una interna mayor cuya vida estos días se va apagando. ‘Ayer entré a su habitación y se agarró con fuerza a mi mano, enfundada en un guante. Me miró a los ojos, protegidos por unas gafas de plástico. Hice lo que pude para responder con mi mirada a la suya y darle el consuelo que buscaba. Pero no se siente la piel cuando la mano va dentro del guante, no hay voz que no distorsione una mascarilla y no hay mirada que no se pierda en el vaho. Esa frustración que yo he sentido la imagino multiplicada por mis compañeros en España, afectados por una sobrecarga de trabajo inasumible’. Termina así la carta de Laura: ‘me siento muy pequeña por lo que estoy haciendo y me siento triste’.

· María José está ahora mismo al volante y llegando a Alicante capital. Sí, eres tú la María José a la que me refiero. Vas a la sede de la Cruz Roja. Cada mañana, desde Elda hasta el lugar de trabajo. Ahí están tus compañeros y compañeras de teleasistencia, reparto de alimentos, acogida, socorros. Para todo eso no hay teletrabajo posible. Ni para ellos ni para los voluntarios que están al pie del cañón. En Alicante y en el resto de España. Ve aparcando, María José, que enseguida suena el Facciamo.

· Un saludo a José Ramón, que vive en Toledo y hoy va a comer guisado y empanadillas. Cenará huevos rellenos. Mañana comerá puré de verduras y bonito y no sé aún lo que cenará porque su padre aún no ha rellenado esta casilla. Es que José Ramón me ha enviado la foto del menú semanal que su padre pega los lunes en la puerta de la nevera. Para que Ana, que es la hermana, y la madre –que no sé cómo se llama porque no me lo ha dicho— sepan lo que hay. Además de los platos les pone frases de aliento. Como ésta: ya queda menos. O esta otra: sí, se puede.

· La hermandad invisible que formamos a través de la radio, los que estamos aquí, los que estáis ahí, suma nuevas voces cada día. Voces que nos recuerdan, por ejemplo, que hay personas que no nacieron en España pero que forman parte de nuestra historia de cada día.

· Este himno laico, que cierra la oración laica que cada mañana aquí entonamos, cuenta con intérpretes tan veteranos como Hugo, un artista conocido en todo el mundo por traducir canciones a su propio idioma.

· Del Facciamo tenemos ya versiones para editar un álbum, que es como se decía grabar un disco antes de la pandemia y antes de la música por streaming. Pero nunca hasta hoy habíamos tenido un Facciamo por castañuelas.

No estamos para tocar castañuelas salvo que seamos Beatriz, esta oyente generosa de Villanueva de la Vera, Cáceres.

Pues encantado de conocerte, Martín del Valle Iglesias. Y si alguna vez te animas a cantar me lo cuentas.

Que si alguna vez te decides a ser cantante, me envías una grabación a ver cómo te sale.

Pues ya está, apuntado a nuestra lista de cantantes diminutos. Isabela me ha dicho que ella no quiere cantar, sino instruirnos.

Bueno, pues mientras Isabela sigue lavándose las manos, y lavándoselas, y lavándoselas el tiempo que sea necesario... procedamos ya a unir figuradamente nuestras manos para recordarnos que después de un día siempre llega el día de mañana. Y que estas jóvenes promesas que hoy hacen sus pinitos confinados cantando volverán a ponerse perdidos en los columpios de los parques.

Cómo que chimpón, Luna, si es ahora cuando empieza cuando empieza el Facciamo. Finta. Che.

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