OPINIÓN

Monólogo de Alsina: "La gran falsificación de Iglesias es decir que la vía judicial ha fracasado y perjudicado nuestra imagen"

Guerra de comunicados. Nada más estrenarse el gobierno bivalvo, ya hay fuego cruzado de parrafadas entre la Moncloa y el Consejo General del Poder Judicial. El primer spoiler de por dónde va a ir la temporada.

Carlos Alsina

Madrid | 16.01.2020 08:13

El vicepresidente segundo proclamó en televisión que el Estado español se ve humillado porque tribunales europeos le quitan la razón a nuestros jueces y el presidente, al no ponerle ni un pero, hace suyo el diagnóstico.

Sigue la campaña, gota malaya, para convencer al personal de que la culpa de todo la tienen los jueces. Porque son de derechas. Y por eso el PP no quiere que se renueve nada. La estrategia de distorsión y confusión es muy burda pero, a base de insistir, seguro que prospera. Ya les dije el martes que Sánchez nos tiene cogida la medida, a la opinión pública, y sabe que estos batiburrillos argumentales funcionan.

Hombre, que el mismo día encajes una felicitación entrañable de Rufián y el abogado de Puigdemont por colocar a la ministra de fiscal general y un reproche el Consejo General del Poder Judicial por la declaración insidiosa de tu vicepresidente segundo igual describe bien por dónde va el balón (los rufianes y los boyes encantados contigo, el gobierno de los jueces escamado), pero vayamos al detalle de lo que ha pasado.

¿Tan grave es lo que dijo el vicepresidente morado?

Bueno, es lo mismo que él dice siempre. Que los jueces europeos son los buenos y los españoles los malos. (Los del Supremo, se entiende, porque son muy conservadores). Tiene razón Iglesias en que la justicia española ha encajado reveses. Criterios diferentes al suyo por ahí fuera. Iglesias, como todo lo contempla en clave de quién gana y quien pierde, decide que la Justicia europea gana y la nuestra pierde. Y ahí, patina.

Reveses claro que ha habido. El más duro, cuando un tribunal alemán dijo que sólo entregaba a Puigdemont para juzgarlo por malversación, no por rebelión. La malversación, como sabe el vicepresidente segundo, es un delito de corrupción. El tribunal alemán vio sólidos los indicios de que Puigdemont se había corrompido, pero Llarena, que quiere que se le juzgue por el pack completo, rebelión, rehusó que, en esas condiciones nos lo entregaran.

Más reveses: que el Tribunal de Luxemburgo dijera que a Junqueras se le debió reconocer la inmunidad en junio, porque aquí el Supremo entendió otra cosa. Pero eso de humillación tiene poco porque era el Supremo el que le pedía criterio a Luxemburgo. Y una vez emitido, lo ha hecho suyo y ha aplicado la sentencia. Junqueras sigue cumpliendo condena y no consta que el Tribunal de Luxemburgo se haya quejado de que no se le haya hecho caso.

¿En qué tiene razón Iglesias? Pues en que ahora mismo hay una situación absurda porque Junqueras cumple condena en prisión mientras Puigdemont, que era el jefe de todos, está de eurodiputado. Pero eso no es culpa de ningún juez español. Eso es mérito del equipo de abogados del prófugo a la hora de encontrar las grietas a la famosa euroorden y de sugerir al presunto que se presentara a unas elecciones para poder disfrutar del privilegio del fuero. Que Iglesias despache con tanta alegría que un señor se presente a unas elecciones sólo para obtener el aforamiento es poco compatible con la defensa que él siempre ha hecho de la institución parlamentaria y de la limitación de los aforamientos. Pero bueno.

El Consejo General del Poder Judicial lo que hace es recordarle al vicepresidente segundo que los reveses no suponen humillación y que no es verdad que todos los tribunales europeos lleven la contraria a los nuestros. Y tiene razón. Ha habido de todo. Y es el día a día de las causas judiciales. También hubo sentencias del Tribunal de Derechos Humanos que le dieron la razón al juez Gómez Liaño en el caso Sogecable o a Jiménez Losantos en la querella de Gallardón y no parece que a Podemos le pareciera entonces que los jueces que los absolvieron allí eran los buenos y los que condenaron aquí, los malos. Porque los afectados no eran de su cuerda.

Pero lo relevante aquí no es nada de eso. Lo relevante es cómo se va construyendo este relato falso que Iglesias plasmó con precisión en su entrevista con Vallés. Veamos a cuento de qué dijo lo de la humillación del Estado.

Ésta es la gran falsificación: la vía judicial ha fracasado, no ha resuelto el conflicto, ha perjudicado a nuestra imagen y todo eso nos carga de razones para neutralizar a los jueces y resolver nosotros el conflicto. Distorsión en grado máximo, o supremo.

Esto que el vicepresidente segundo llama la vía judicial no es tal vía. No hubo un gobierno que decidiera que en lugar de negociar políticamente con Puigdemont y Junqueras lo que había que hacer era inventarse un caso judicial para ir contra ellos. Para empezar, la negociación política existió siempre. Hasta el final. Recuérdese al señor Urkullu explicando cómo hacía de embajador entre Puigdemont y la Moncloa cuando ya se había celebrado el referéndum de octubre. Recuérdese al secretario de Estado señor Nieto declarando en el juicio que se le ofreció a Puigdemont poner urnas en las plazas como sucedáneo del referéndum.

El fiscal general Maza, que inicia esto que ahora llaman la judicializacion, actúa una vez que el Parlamento catalán ha proclamado la independencia. Y actúa porque entiende que se han cometido delitos. Como diría el presidente Sánchez, la fiscalía tiene la obligación de garantizar el cumlimiento estricto de la legalidad democrática. No actúa porque pretenda resolver con su denuncia ningún conflicto.

Ésta es la gran mentira: que se dejó en manos de los jueces resolver la crisis política. No, hombre, no. En manos de los jueces no es que se dejara, es que siempre estivo y sigue estando investigar y castigar a los delincuentes. ¿Cómo no iba a celebrar el hoy presidente Sánchez que la fiscalía actuara si, según él, había un delito de rebelión como un piano? ¿Alguien imagina a Pablo Iglesias diciendo como la vía judicial no ha acabado con la corrupción de los políticos, desjudicialicemos la corrupción y ya nos encargamos nosotros.

La vía judicial resolvió a medias lo que le correspondía: impartir justicia. A medias porque hay presuntos delincuentes en rebeldía, estos dos que le caen simpáticos al vicepresidente segundo, Puigdemont y Comín. Resolver la crisis política le corresponde a los parlamentos y los gobiernos. Y se ha puesto el listón muy alto el vicepresidente morado. Porque anteanoche presumió de que esto se resuelve con inteligencia, y para eso está él.

A la espera quedamos de ver cómo el vicepresidente soluciona, ojalá, la cuestión catalana. Siempre que el precio no sea que se pueda delinquir impunemente.

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