OPINIÓN

Monólogo de Alsina: "Un sector de Esquerra está deseando que Sánchez diga qué bonito es Pedralbes para hacerle presidente de nuevo"

Pero, pero, pero. Así empezó hace dos semanas la comparecencia de Manuel Chaves en el Parlamento Andaluz. Acudir, acudió porque estaba obligado a hacerlo. Pero responder, no respondió a ninguna pregunta. Tanto es así, que se levantó.

Carlos Alsina

Madrid | 21.11.2019 08:14

Se levantó y se largó. No sin antes reprocharle al presidente de la comisión parlamentaria, que es de Ciudadanos, que le hubiera llevado allí tres días antes de las elecciones generales incumpliendo las normas de cortesía. Hace dos semanas acabó en bronca esta comisión.

Hoy vamos a ver lo que pasa. Porque a las once y media está citado José Antonio Viera, ex consejero de empleo condenado ayer a siete años de cárcel. A las tres y media el convocado es Antonio Fernández, también ex consejero y también condenado. Y para los dos, atención, pide la fiscalía el ingreso en prisión inmediato porque aprecia riesgo de fuga. Como el tribunal aún no ha respondido a la petición del fiscal, los condenados siguen libres. Hoy veremos si cumplen con el Parlamento y, en ese caso, si se hacen un Chaves. Y también ellos enmudecen.

Esta comisión es la de la Faffe. ¿Y la Faffe qué es? Pues ahora ya, nada. Porque la liquidaron en tiempos de Griñán. Fue una Fundación (Fundacion Andaluza Fondo de Formación y Empleo, hermosísimo nombre) que dependía de la consejería de Empleo (la de Viera), con 1.200 empleados (pedazo de fundación) y que servía un poco para todo: lo mismo para enchufar familiares y amigos que para repartir fondos a empresas afines (siempre es la misma historia). Y en ésta además, los directivos tenían tarjeta de crédito. Por eso se sabe que su responsable, Fernando Villén, pagó catorce mil euros en el club Don Angelo. Este Villén es otro de esos altos cargos que militaban en el Partido Socialista y que acabaron repudiados: lo de los cuatro golfos que decían sus superiores. La Faffe, a decir de la Guardia Civil, era como un muestrario de todas las formas de dilapidar dinero público. Enchufismo, trato de favor a empresarios, tarjetas black y trampas varias para encubrir irregularidades. Otro de esos episodios malolientes que, según Ábalos, nada tienen que ver con el PSOE porque, total, sólo afectaban al corazón mismo de la Junta que por cuarenta años controló el PSOE.

Que dice Sánchez que calma general, empresarios, comisión europea, porque la política económica no corre peligro y porque él está deseando empezar a gobernar con unos presupuestos propios. Para lo bueno y para lo malo hasta el día de hoy ha gestionado los Presupuestos que aprobó Rajoy la semana antes de caer abatido en la moción de censura.

Y que dice Sánchez que hay que ver cuánto bloqueo y cuánta crispación. Con lo fácil que sería que la derecha le entregara de mil amores sus abstenciones para que puedan ser investidos a la vez él y Pablo Iglesias, el gobierno de los mayores y el gobierno de madera. Éste es el mensaje implícito en los discursos de Sánchez a la gran empresa y a los socios europeos: que Podemos será gobierno, pero poco. Sólo ministerios que no supongan riesgo. El gobierno marca blanca. Con vicepresidente y ministras jugando en segunda.

Para que el matrimonio Iglesias-Sánchez pueda ser investido (y consumar la relación, porque sin investidura no hay pareja), sigue haciendo falta que Oriol Junqueras los bendiga. Hace una semana estuvo en este programa Pere Aragonès, que es como Oriol Junqueras pero sin rejas. Y avanzó aquí cuál es la condición impepinable que ellos ponen para considerar la posibilidad de hacer presidente a Sánchez.

Volver a poner el reloj donde se quedó cuando saltó por los aires el relator y todo aquello. Es decir, regresar a Pedralbes. ¿Y Pedralbes qué fue? Pues un presidente de gobierno obsequioso, que asumió la jerga independentista para hablar de con-flicto y de garantías jurídicas (no de Constitución) y que estaba dispuesto a abrir una negociación sin concretar exactamente para qué. Eso es lo que Esquerra le está diciendo a Sánchez que necesita para poder justificar una abstención. Que el presidente firme un papel que diga que habrá una mesa de negociación ya ser verá cómo y para qué. Con eso, y dadas las circunstancias, a Junqueras podría valerle.

Por eso esta consulta del domingo que se ha montado Esquerra no sólo no aleja la posibilidad del acuerdo sino que la acerca. La pregunta tiene la importancia que tiene, que no es mucha. Es una pregunta de goma. Se le dice a la militancia: ‘Militantes, ¿a que hay que votar que no si Sanchez no quiere saber nada de nosotros’. Pues sí, claro. ‘Militantes, ¿a que estáis de acuerdo en que o se sienta a hablar o no hay nada que hacer?’ Pues sí, claro. Pero déle la vuelta a la cuestión y verá lo que le sale: ‘Militantes, ¿a que si Sánchez acepta negociar no hay problema en votarle?’ Acepta negociar, ¿el qué? Ah, pues una solución al conflicto. Ya, pero ¿qué solución? Bueno, eso ya cuando negociemos. O cuando terminemos de negociar, ahora lo urgente es investirle. Porque si no le investimo a ver con quién negociamos el conflicto. Ya, pero ¿la solución será la autodeterminación? Bueno, pues ya se verá. Que no digan que no estamos abiertos a escuchar propuestas.

Ésta es la cosa: que bastará con que Sánchez acepte una mesa, un grupo, un foro, un simposio para dialogar (que es un verbo más suave que negociar) sobre la crisis catalana para que Junqueras tenga manos libres para interpretar como quiera el veredicto de la militancia. Hay un sector de Esquerra que está deseando que Sánchez diga qué bonito es Pedralbes para hacerle presidente de nuevo.

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