OPINIÓN

Monólogo de Alsina: "El único enfermo del coronavirus en España se llama Ibex 35"

El único enfermo del coronavirus en España vive en la Plaza de la Lealtad de Madrid y se llama Ibex 35. Tiritando ha dejado a la bolsa la neumonía que empezó en Wuhan. Y no por dónde empezó, sino por dónde se está extendiendo, Europa. Y por esa otra enfermedad que viaja de la mano del virus y que responde al nombre de incertidumbre.

Carlos Alsina

Madrid | 25.02.2020 08:15

Si no es posible anticipar cuánto más va a extenderse la enfermedad, a qué países llegará y cómo afectará a nuestra actividad y a nuestros desplazamientos, menos aún es posible prever qué impacto va a tener todo eso en el crecimiento económico. Pero a nadie se le escapa que positivo, lo que se dice positivo, el efecto de una una epidemia no es. Y si de epidemia pasa a ser pandemia pues aún peor.

La Organización Mundial de la Salud sigue corrigiendo el tiro a medida que la cosa se expande. Hace mes y medio no veía motivos para declarar la crisis de salud internacional, ahora ya empieza a dar por hecho que vamos hacia una pandemia: ‘not yet’ significa que aún no. Aún.

Por si acaso les recuerdo un par de cosas que dijeron ayer los responsables de la OMS: las vacunas que existen contra otros tipos de neumonía no sirven para ésta. Tampoco sirve comer ajo, enjuagarse la nariz con agua salada, darse aceite de sésamo en la piel, hacerse acompañar por perros y gatos (ladran y maullan, pero no ahuyentan virus), restregarse el cuerpo con alcohol o usar los secadores de manos para fulminar el coronavirus, porque tampoco eso lo mata.

Ha desmentido también el gobierno eslovaco que su primer ministro, que tiene nombre de entrenador de fútbol, Pellegrini, sea uno de los contagiados. Como ingresó el hombre con una infección respiratoria y tosiendo pues se extendió el rumor, o la especulación, sobre si no sería la neumonía ésta la que estaba sufriendo. Luego se ha desmentido que la tenga, pero vamos, que tampoco debiera extrañarnos tanto que algún gobernante europeo acabara contagiado. Algún gobernante, o cualquiera de nosotros que le demos la mano a alguien que lleve el virus consigo sin saberlo. Es decir, que de momento no hay que aislar ni poner en observación ni a Pedro Sánchez ni a nadie de su gobierno, pero que habrá que tomarles la temperatura la próxima vez que vayan a Bruselas sí tiene sentido: no dejan de ser los gobernantes una concentración de personas procedentes de países diversos y que han estado en contacto con decenas de personas.

Mañana, por ejemplo, con Joaquim Torra. En la mesa de partidos que Sánchez ha camuflado como mesa de gobiernos y a la que Torra se llevará un séquito de siete personas, cuatro de ellas externas, o sea, que no forman parte de su gobierno. Entre ellos Jové, el de la moleskine. Que alguien decía ayer: ay que ver, qué provocación, un señor que está imputado. Hombre, la delegación la encabeza uno que no es que esté imputado, es que está condenado por un Tribunal Superior. Responde al nombre de Torra y en otro tiempo fue Le Pen para el anfitrión que mañana le extenderá la alfombra.

En vista de que Torra se lleva un séquito a Madrid, Sánchez ha ampliado el suyo: le ha puesto una silla de tijera a José Luis Ábalos y otra a María Jesús Montero. De manera que en lugar de una mesa de negociación va a ser una mesa corrida tipo merienda cena en romería gallega.

Estará Iglesias, naturalmente que estará. Es el líder de Podemos y como tal acude a esta mesa encubierta de partidos. Aunque tampoco forme parte la cuestión catalana de la agenda 2030. Iglesias es un vicepresidente para todo, interesado por todo e interesado, sobre todo, en tener acceso a la información del CNI y a controlar la información en Radio Televisión Española. Ayer recordó con intención Felipe González (que mucha simpatía por el personaje no tiene, ni por el ni por revolución bolivariana) que ya en 2016 reclamaba Iglesias para sí la televisión pública y el Centro Nacional de Inteligencia.

Pues sí. Pues en eso sigue. Dame los telediarios que yo me ocupo. No hay que remontarse a 2016. En 2018, tras la moción de censura, fue Iglesias quien llamó a periodistas que él considera de su cuerda para contarles que había pactado con Sánchez que los nombramientos en RTVE los haría Podemos. Por eso andaba él ofreciendo la presidencia de la empresa pública, cuando ni siquiera era gobierno. Por más ironía que le eche Felipe al interés de Iglesias lo servicios secretos...

...lo cierto es que Podemos está gobernando España con la bendición del PSOE y gobernar España incluye manejar información del CNI. Toda la que Sánchez quiera poner a disposición de Iglesias, que no ha vuelto a pronunciar, por cierto, la palabra cloacas. Debe de ser que ya las ha limpiado.

Que dice Feijóo que qué sabe él de lo que ha pasado entre Casado y Alfonso Alonso. Pero que espera que se haya acertado en la decisión, que es la forma menos beligerante que existe de decir que ha sido un error. Quiero que se haya acertado significa menuda pifia pero sin ánimo de hacer sangre de momento. El seis de abril se verá cómo queda cada uno. Lo peor que le puede pasar a Feijóo es perder la mayoría absoluta y emprender el mismo camino que Alfonso Alonso. Lo mejor, conservarla y ganarle el pulso a la dirección nacional en su apuesta por aliarse con Ciudadanos.

El PP del País Vasco va a las elecciones descabezado y en situación de crisis aguda.

Alonso coge la puerta del todo, se borra de la política y rehuye hacer declaraciones a la prensa para que nadie pueda decir que embarra aún más el terreno para el candidato por sorpresa que ha repescado Casado. Carlos Iturgáiz, que se ha estrenado dejando por mentiroso a García Egea (no fue de mutuo acuerdo la salida de Alonso, fue una imposición de Génova) y hablando maravillas de Santiago Abascal, líder de Vox.

Sostiene Iturgaiz que la gente de este país aplaude que se cuente con Vox, como está haciendo el PP Andalucía, Murcia y Madrid. Y anima a que se extienda esa colaboración a otros territorios. Feijóo debe de estar dando palmas con el nuevo candidato que su partido ha puesto a jugar a seis semanas de las urnas y en clara falta de sintonía con lo que él viene defendiendo. El seis de abril se verá cómo queda cada uno.

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