OPINIÓN

Monólogo de Alsina: "A cinco días de la investidura, el PSOE ha empezado a mimar a ERC"

Lo dijo anoche Juan Ramón Lucas en La Brújula: cómo estará el patio político para que haya darle la razón a Gabriel Rufián. No en todo, se entiende. Pero sí en esto que dijo ayer sobre sus dos amigos, Pablo y Pedro, Pedro y Pablo.

Carlos Alsina

Madrid | 17.07.2019 08:13 (Publicado 17.07.2019 07:43)

Rufián, el agitador que disfrutaba montando el show la legislatura anterior, ahora se viste de Don Johnson en Miami Vice y finge ser un político con amplitud de miras. No, a él no le preocupa la estabilidad de España. España, y su estabilidad, le importa un comino. A él lo que le preocupa, señora, es la izquierda. A él lo que le inquieta es que si Sánchez no sale y vuelve a haber elecciones la izquierda se pegue un tortazo y acabe gobernando Pablo Casado.

A Rufián le mueve lo que le mueve, pero la descripción que hace del espectáculo que están dando Pedro y Pablo es fiel a lo que estamos viendo todos: no es una negociación entre dos grupos políticos para pactar un programa de gobierno, es una pelea de gallos (o gallitos) en los medios de comunicación. Obsesionados los dos líderes en ocupar ellos, y sus subalternos, espacio en los medios para colocar su campaña de descrédito del otro. Nunca habíamos visto a los ministros tan dispuestos a dejarse entrevistar en las televisiones y las radios, nunca se prodiga el presidente en entrevistas en los programas que él elige salvo cuando está en campaña para disputarle el favor popular al otro. Este Sánchez que como presidente se escondió diez meses de la prensa salió al escaparate en la campaña electoral y vuelve a salir al escaparate ahora que vuelve a estar en campaña. Sánchez e Iglesias cargándole el muerto al otro.

Y los ilustres dirigentes del partido que nos gobierna ocupando sus horas en ver la televisión.

Ceden tantísimo todos que siguen en el mismo punto en el que empezaron. Y así echan el día, señora. Viendo por la tele lo que dice el otro y buscando una cámara para responderle. Pasan de reclamar secreto y clandestinidad para sus reuniones a no reunirse y organizar la transmisión televisada de la gresca. Con tanto afán por zumbarle al socio (¿cómo era aquello del socio preferente?) que se les va la mano interpretando el guión. Ayer, Carmen Calvo poniendo tono de Raphael —-escándalo, es un escándalo— porque Iglesias vaya a votar no.

¡Qué escándalo, dice Carmen Calvo, impedir la investidura del que ha ganado las elecciones!

Incluso la investidura de quien ha ganado las elecciones. Pues sí, como el PSOE en 2016 hasta que pasó lo que pasó. Y no, no se vulnera regla del juego alguna. La regla del juego es que el grupo que, no teniendo mayoría, pretende gobernar requiere antes de negociar y pactar con los grupos que le garanticen la investidura. Este ataque feroz de marianismo que le ha dado al núcleo duro de Sánchez predicando a todas horas la lista más votada, el no al bloqueo, el mandato popular, es cada día un poco más embarazoso viniendo de quien viene. Y el colofón lo puso ayerLastra resucitando (o exhumando, que es un verbo más propio de estos tiempos) lo de la pinza de Anguita y Aznar.

Aún veremos a Sánchez haciendo de Felipe González y diciendo aquello de Anguita y Aznar la misma mierda son, con perdón. El salmo responsorial contra la pinza. Iglesias y Casado y Rivera y Abascal la misma pinza son.

Lo cierto es que, a cinco días de que el candidato se examine en las Cortes, el PSOE ha empezado a mimar a Esquerra Republicana. Ven aquí, Rufiancito, y túmbate sobre las rodillas del PSOE para que te arrulle como tú mereces.

Lo que va de un día a otro en la política española. Un día tienes al candidato a presidente predicando que sería inaceptable hacer descansar el gobierno sobre los malvados independentistasque traicionan al pueblo catalán.

Esto lo dijo en la campaña electoral. Le preguntaba Irene Castro, de ElDiario. 'No son de fiar' los independentistas. Ah, pero Esquerra es de izquierdas y nos aprobó los decretos leyes, cómo nos vamos a llevar mal. Sobre todo ahora que Rufián es un gurú de la izquierda peninsular.

El viernes anunciará Oriol Junqueras, recluso preventivo en espera de sentencia, si vota sí en la investidura o se abstiene (lo hará a través de sus portavoces oficiales). Esquerra sugiere que si hay acuerdo de PSOE y Podemos el sí está garantizado. Pero si no hay acuerdo, también podría ser un sí. Que son 19 síes, en realidad, quince de Junqueras y cuatro de Otegi. Sánchez añade 19 a su lista de followers y se pone, con el PNV, en 150. Las tres derechas, el trifachito que diría Iceta, suman 147. Con los de UPN, 149. Para que la investidura prospere, todos los demás se tendrían que abstener. Empezando por Pablo Iglesias.

La situación sirve, por lo menos, para que todos vayamos aprendiendo qué le compete a cada uno. Precisamente porque es el Rey, como ahora dice bien la portavoz de Sánchez, el que decide qué pasa después de una investidura fallida es absurdo decir que sólo hay una investidura. Intentos habrá los que se habiliten. Una o veintiuna. Y hoy, en rigor, lo que tenemos a la vista no es una investidura sino una ficción de investidura. Con mimos y sonrisas, en las horas previas, a Esquerra Republicana de Cataluña. Que como dice Rufián…

…lleva en el sidecar a los cuatro diputados de Otegi.