El instinto egoísta, precisamente en un día como hoy, Jueves Santo, que para muchos es el día del amor fraterno, en esta época de dudas y rencores, como los que escuché anoche a los directivos que el Presidente del Barça quiere expulsar, porque entiende que le han querido traicionar.
A Bartomeu le ha traicionado la suerte que le dio la espalda en la Supercopa de Arabia, en aquella semifinal que le remontó el Atleti; A partir de ahí ya todo fue a peor: el cese de Valverde, el fichaje abortado de Xavi, el presunto contrato en las redes sociales para desprestigiar a los jugadores o directivos díscolos, y como final, despertaron y enfadaron a Messi que estas guerras interiores suele vivirlas invernando.
Despertaron el furor de Messi y ya contaminaron el Camp Nou, y el Camp Nou rugió contra Bartomeu y sacó pañuelos. Y la epidemia paró la liga, pero al Barça ya le rugían las tripas como en una mala digestión, y los directivos a los que Bartomeu había prometido su corona, se le revelan porque no quieren heredar la antipatía del Camp Nou, y Bartomeu les pide que dimitan por traidores. Y posiblemente lo hagan, pero no sin antes incendiar todo y romper los puentes de huida.
Anoche escuchando a Rousaud, el candidato que apoyaba Bartomeu y ahora denigra para que dimita, escuché la voz desencantada del siervo que servía para que lo hicieran amo, y terminaron despidiéndolo.