Ahora en la penitenciaría hay unos 3.000 presos aunque se hizo para albergar a 750. La Guardia Nacional custodia el exterior, aunque por dentro hay otras reglas no escritas. De hecho una de las veces que entra, dos presos la reciben a ella y a una periodista de la BBC ocultando sus armas para darles la mano. Muchos otros se ponen la camisa en señal de respeto; Neyda acude como voluntaria porque cree que sólo han perdido su libertad, pero no la dignidad y que la mayoría están abandonados. De hecho les ayuda con frases como: “creo en vosotros” ó “tenéis nobleza de corazón”.
Ve su tarea recompensada con pasos tan sencillos como que aprendan a escribir y a leer, lo que les ayuda a entender juicios a los que tienen que acudir, o a saber lo que firman, por ejemplo. También les habla del perdón o de la solidaridad.
Su metro y medio de estatura, su hábito blanco, sus inseparables gafas y su incansable labor ha hecho que los presos la conozcan como "la gota blanca".