Ya se van desvelando algunas incógnitas sobre el funeral del Papa, en este primer día de sede vacante. Por ejemplo, sabemos cuál será la fecha de la ceremonia, el próximo sábado. También cuál será la representación española que acompañará a los Reyes. No irá Pedro Sánchez al Vaticano. Del Gobierno irán Félix Bolaños, María Jesús Montero y sí, Yolanda Díaz, que fue quien acudió con mayor beatitud al encuentro de Francisco en vida. Sí irá el jefe de la oposición, Alberto Núñez Feijóo.
Será una ceremonia sencilla por deseo expreso del Pontífice y tras su entierro en la basílica de Santa María la Mayor comenzarán los preparativos para el Cónclave en el que habrá un español menos de lo previsto.
Ya saben que hay un nutrida representación española en el Colegio Cardenalicio. Se preveía la participación de siete cardenales españoles con derecho a voto para la elección del sucesor de Francisco. Serán seis, porque Antonio Cañizares ha confirmado que no participará en la ceremonia por motivos de salud.
En cualquier caso, la ciencia vaticanista dice que ninguno de los españoles es papable. Unos por mayores y otros por muy jóvenes. Pero ya saben que la ciencia vaticanista, ni es ciencia ni acierta jamás los designios vaticanos.
Pedro Sánchez no irá al funeral del Papa y ha elegido el día de hoy, de luto nacional, para anunciar el esfuerzo militar que España va a acometer para contribuir a la autonomía defensiva de Europa. Este es un compromiso que España no podía eludir, pero a pesar de que será una de las decisiones de mayor gravedad de su mandato, ha decidido que puedo eludir el concurso del Parlamento para ejecutarla.
Sánchez explicará en el Parlamento las razones por las que España gastará más Defensa. No un poco, mucho más, hasta el 2% del PIB, y muy pronto, antes de que termine el año. Pero como lo hará mediante una serie de apaños contables y no mediante una ley de Presupuestos, no será preciso someterlo al escrutinio de sus señorías.
La razón no es ni siquiera que carezca de la mayoría para aprobarlo. La razón es que tendría que pedir a la oposición que acuda a su rescate. Y por ahí sí que no pasa.
Si necesita peregrinar a Waterloo para mendigar los votos del prófugo lo hace aunque sea de hinojos, pero pactar con la oposición después de que todos sus socios le hayan abandonado… Eso sí que no. La Constitución, desde luego, es taxativa cuando dice que el Gobierno deberá presentar ante el Congreso de los Diputados los Presupuestos Generales del Estado al menos tres meses antes de la expiración de los del año anterior. Pero para el presidente esto está sujeto a algunos matices. ¿Cuáles? Aquellos con los que fantasea en su cabeza por este precepto es literal.
En cualquier caso no es la única contradicción con la que hoy se ha topado en la rueda de prensa a la que se ha enfrentado en La Moncloa, porque hay todavía quien le recuerda que fue el candidato que decía que le sobraba el ministerio de Defensa. La explicación es francamente divertida. No es que tenga una acreditada tendencia a mentir. No es ni siquiera que él haya cambiado de opinión, que es la fórmula que solía emplear. Es el mundo el que ha cambiado.
Es mucho dinero, que se movilizará sin contar con el concurso del Parlamento, y menos mal para Pedro Sánchez porque desde luego para esto no cuenta con sus socios e iba a tener que acudir a solicitar el rescate puntual de la oposición. Pero es que antes de que eso ocurra aún tiene que lidiar con la falta de acuerdo en su propio Consejo de Ministros, porque ahí se sienta junto al PSOE un partido como Sumar, que dice que no está dispuesto a tragar con ello.
Sumar está librando su particular batalla con Podemos. Es curiosamente una batalla por ver quién es más antibelicista, aunque en realidad lo que esconde ese pacificismo no es más que la complicidad con la rendición de Ucrania, que esa es la paz que prescriben.
Pero esa es la presión a la que hoy está sucumbiendo Yolanda Díaz, porque Podemos pretende resucitar sobre el supuesto de que Sumar es incapaz de imponerse al PSOE. Oigan, a pesar de que Ione Belarra también formó parte de un Consejo de Ministros con ese que hoy llama el partido de la guerra.
Otra cosa es que Pedro Sánchez pueda explicar cómo es que se presentaba como el candidato que prescindiría del Ministerio de Defensa. Aunque la respuesta en este caso sea tan sencilla como que hay muchos Sánchez en Sánchez y para cada decisión de Sánchez hay una contradicción de Sánchez.
También convendría que respondiera por el cesarismo que supone tomar una decisión estratégica, quizás la más profunda de su mandato, sin contar con el concurso del Parlamento. Que es lo que le reprocha hoy la oposición. De acuerdo con el fondo de la decisión, porque la contribución a la autonomía defensiva europea es un compromiso que España no puede eludir.
