Hace unas horas el Partido Popular le ha salvado en último trámite en el Senado la contrarreforma de la ley del sólo sí es sí. Todavía está esperando Feijóo a que alguien del Partido Socialista se lo agradezca, porque por ahora ha de conformarse con el fastidiado laconismo de Patxi López.
Ahora la pretensión del Gobierno es pasar página cuanto antes, sumir este trágico episodio legislativo en el olvido. Va a ser difícil porque el contador de las rebajas penales no va a pararse, que todavía hay muchos casos de violadores y pederastas en revisión y la retroactividad, querido Patxi, solo opera en beneficio del reo.
Ahora en lo que consiste es en convertir la vivienda en el gran tema de campaña y mañana se vota la ley de vivienda, que no pocos expertos consideran que tendrá también efectos inesperados. Desde luego si el caso de éxito de la limitación de precios del alquiler es Barcelona conviene recordar los datos: «Desde 2019 se ha recortado en un 51% el parque de viviendas en alquiler y desde entonces se ha encarecido el mercado del alquiler un 16%».
Hoy hay una pieza en El País que pretende tranquilizar acerca de la nueva ley de la vivienda y que, como la lea cualquier propietario lo primero que hace es quitar el anuncio del idealista o de Fotocasa, porque, qué tranquilizador. Se presenta como un pregunta-respuesta, así facilón. Dice por ejemplo: «¿Se añaden requisitos para pequeños propietarios?» Y contesta: «para iniciar el desahucio se exige acreditar si la vivienda es o no el domicilio habitual del ocupante y si el propietario es o no un gran tenedor. Lo primero, consideran fuentes jurídicas, tendrá que solventarse “con imaginación”, ya que ven “extraño” que sea el propietario el que lo acredite» Claro, pero cómo lo va a acreditar el propietario. ¿El propietario? Solución: imaginación. Pero, sigue: «¿La norma evitará que un okupa sea desalojado?» «No, bla bla bla» y ahí concluye.
Los expertos jurídicos consideran que el texto “pone obstáculos a los grandes propietarios” y supone “algún trámite adicional” para los particulares. Pero creen que todo el efecto que puede tener es “ralentizar” los procesos» Hombre, pero sí es lo que preocuopa a cualquier propietario, grande o pequeño, que alguien se quede con su piso, que no le pague y que tardes dos, tres, cuatro años en echarlo. Pero luego la mayor fantasía es esto: «La norma sí pone más requisitos a los grandes caseros. En todos los supuestos anteriores, además de decir si el demandado usa o no la vivienda como domicilio habitual y acreditar si es o no un gran propietario, debe especificar si la parte demandada está en situación de vulnerabilidad» O sea que el propietario tiene que conocer la situación económica del inquilino o inquiokupa y acreditarla. ¿Pero cómo va a hacer?
Bueno, esta ley abanderada por Bildu y Esquerra se vota mañana en el Congreso y viene precedida por una amenaza bastante misteriosa de Pedro Sánchez en la sesión de control de hoy.
No se sabe muy bien qué significa esto de que se va a hacer cumplir la ley a las comunidades del PP. La ley lo que hace es disponer una serie de herramientas para que las comunidades y los ayuntamientos, en virtud de sus competencias en materia de vivienda, hagan uso o no de ellas. Lo que le ha dicho en la sesión de control a Cuca Gamarra parece una amenaza de suspensión de la autonomía. Porque si las autonomías o los ayuntamientos del PP no quieren limitar el precio de la vivienda, ¿cómo va a obligarles?
En cualquiera caso, parece que el presidente ha llegado al fin a la audaz conclusión de que el precio de la vivienda solo se puede controlar si se incrementa la oferta disponible. Justo eso que le provocaba risión cuando se lo decía algún responsable político y carcajada cuando quien se lo decía era Feijóo.
Le ha entrado la urgencia y en el tramo finalísimo de la legislatura ha puesto en marcha la hormigonera a todo gas. En un mes lleva prometidas unas 180 mil viviendas. En cuatro años 450 mil. ¿Dónde están? Nadie lo sabe. Igual de repente empiezan a surgir quiñones ( El Quiñón: la urbanización que levantó de la nada El Pocero en Seseña). Luego cuando le preguntas al promotor inmobiliario Sánchez por los detalles de sus pisos, no hay respuesta. Hoy de hecho le han preguntado a alguien que sin duda debería saberlo, que Margarita Robles, porque el suelo en el que se van a construir las viviendas prometidas por Sánchez en el Senado pertenece a Defensa, pero no parece que tenga mucha idea de qué suelo se trata, de hecho compara la cosa con la operación Campamento, cuyo resultado todavía estamos esperando desde que Leguina era presidente de la Comunidad de Madrid.
Hoy se ha producido una llamada «significativa». «Una llamada significativa». Así la han calificado fuentes diplomáticas. Hay muchas razones para considerar que esta llamada es ¿la mejor noticia? Al menos la noticia más alentadora para la paz en Ucrania. Es la primera vez que hablan Xi Jing Ping y Volodimir Zelensky desde que el ejercito ocupante de Rusia puso un pie más allá de la frontera con Ucrania. Esto es prometedor porque desde entonces, una vez Putin se había convertido en un paria internacional, China se había convertido en su pulmón comercial y por tanto en su gran patrocinador mundial.
Putin no da un paso sin contar con el aliado chino y el aliado chino ha dado el trascendental paso diplomático de entablar una conversación con Zelensky, que hace un par de horas aportaba algunos detalles de la misma.
Han hablado una hora, Zelensky y Xi Jinping. Ambas naciones tienen su propio plan de paz y no difieren en lo esencial, que es en un restablecimiento de la soberanía de Ucrania. Ahora lo fundamental es saber hasta dónde quiere remontarse en el tiempo China, porque lo que reclama Zelensky es un regreso a las fronteras anteriores a la guerra de Crimea. ¿Qué digo anteriores? Reclama un retorno a las fronteras de 1991, cuando la Unión Soviética entró en descomposición y países como Ucrania conquistaron su independencia. Esta es una posición de máximos, seguramente ahora, no sólo China, sino incluso alguno de los aliados le estén tratando de convencer de que haga algún tipo de cesión que ayuda a atraer a Putin a una mesa de negociación.