La actriz Emma Thompson dijo el pasado mes de febrero que la escena que más le había costado rodar en su carrera era una en la que se observaba desnuda en el espejo. "A las mujeres nos han estado lavando el cerebro toda la vida para que odiemos nuestros cuerpos, es un hecho", declaró entonces Thompson.
En un mundo en el que idealizamos y buscamos la perfección es importante dar belleza a la imperfección. Este ejercicio de reparación ya existe en el sector de la cerámica. Se trata de un arte milenario japonés conocido como kintsugi, que consiste en reparar una pieza rota para darle una segunda vida resaltando sus grietas. Es decir, resaltamos con pasta de oro su imperfección. ¿El resultado? Una obra nueva, única y que trasciende a lo manual.
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La psicóloga Sofía Álvarez explica cómo hombres y mujeres nos observamos las cicatrices de manera distinta. Esto es, dice, por culpa de la "exigencia de belleza y perfección" que recae sobre ellas y por la capacidad que tienen los hombres, en general, de desdramatizar y reírse de ellos mismos.