El cuaderno de Chapu: 'KO'

"Traigo que por el gimnasio va Gistau con la muerte a cuestas. David se ha bajado del ring de la vida.

En su novela ‘Golpes bajos’, en la pared del gimnasio de Alfredo en una cochera de Lucero han colgado los retratos de los chavales que dejaron de boxear y cayeron por un pico, en un tiroteo, en un atraco o en un ajuste de cuentas. Aquella galería recuerda que la muerte acecha al bajarse del ring. Richy lo sabe y cada día cuida la ropa interior que se pone por si, en lugar de una puta de las que cuida, termina por desnudarlo un forense.

La vida siempre te termina por tumbar sobre la lona, y por eso hay que pegarle fuerte. Lo sabía él, que perdió a su querido padre cuando era un pibe. Lo sabía mi padre, que perdió a su padre cuando era un pibe. Lo sé yo, que perdí a mi padre cuando era un pibe. Lo saben ahora sus cuatro hijos y quizás lo sepan algún día los míos: la vida es una putada, es un gozo y es muy corta.

Viva Gistau magnánimo y desenfadado y barbudo como un dios vikingo y sensible. Tomaba personajes y escenas con la fiebre de un entomólogo enloquecido: un gol del Madrid, una réplica en el Hemiciclo, el ruido de un coche de los que cruzan Vallecas quemando embrague con las lunas tintadas.

Todo eso lo plasmó en un continente de palabras ante el que lloramos hoy los columnistas de mi Españita del KO como Julio César lloró arrodillado ante la estatua de Alejandro Magno en Gades. Comprendía que había muerto con su edad después de conquistar el mundo y él, no".