Traigo apuntados a los dos jóvenes que han lanzado sopa de tomate sobre uno de los cuadros de 'Los girasoles' de Van Gogh en la National Gallery para que Inglaterra detenga sus proyectos petrolíferos y pensemos en la Tierra. Después se han pegado las manos a la pared para que la gente viera que se pegaban las manos a la pared.
Luego irán ante el juez y su madre dirá lo de siempre. Es un buen buen niño pero ya sabe le entra la ecoansiedad.
Los niños ahora resulta que tienen razón en todo como si con el tiempo, el hombre, en lugar de hacerse sabio, perdiera su pureza y se pervirtiera. Habrá que ponerse de acuerdo en los niños no pueden asimilar un anuncio de magdalenas porque se hacen yonquis del azúcar o si te pueden cantar las cuarenta en Naciones Unidas.
Las cosas han cambiado. El chaval, antes espontáneo y divertido ahora te da la paliza sobre esto y lo otro. Petróleo caca, dice, como si fuera tan sencillo. Los niños sabihondos de ahora lo tienen todo claro y eso los hace sospechosos.
Malditos niños populistas. Quieren salvar el mundo en los stories y salvarme a mí. Quiero colocar un mensaje. Si te digo la verdad, me caían más simpáticos cuando todo su anhelo consistía en escuchar buena música, jugar a la play y arrimar la cebolleta.
Niños climáticos, niños sostenibles, activistas Gretathumberguianos, van por ahí vandalizando museos, atacaron otra obra de Van Gogh y la primavera de Boticelli. Uno de ellos intentó romper el cristal y llenó de tarta la ‘Mona Lisa’ “Por la tierra”. No consiguen así muchos adeptos. Ya lo cantó Serrat: Niño, deja de joder con la Gioconda.