Hoy he apuntado que Feijóo perdió la primera votación. Feijóo no es Demóstenes de Atenas pero los candidatos son como con los novios de tus hijas. Del primero pides que le guste tu torero, tu deporte, tu credo y tu equipo de la liga, al quinto ya solo pides que no haga pis en el fregadero ni te robe la cubertería.
Herminio Rufino Sancho, diputado por Teruel a Feijoo votó Sí. Después rectificó, pero por un instante, ay… El PSOE de toda la vida, los socialistas patriotas, el pagismo, el felipismo, qué se yo.
Todo esto se hizo carne por un nanosegundo en el metaverso de la decencia. Esto le pasó a José Peláez miró una en un tren a Valladolid y en su cabeza se hicieron novios, se prometieron la Toscana, visitaron Nueva York, eligieron el nombre del primer niño. Cuando la dejó, harto de ella, ni siquiera habían llegado a Segovia. “Se parecía demasiado a su padre”, me explicó después.
Pues eso nos pasó con Higinio espejismo del PSOE no sanchista. No vayas a subestimar el poder evocador un vagón de tren ni de un paisano de Teruel.
Mira que si va un aragonés echado parlante y le echa dos narices, pensé. Ni narices ni nada. Al pobre Herminio le corrigió la señora socialista de la tribuna ¿Sí? ¡No!, le dijo Y Herminio dijo No después de decir sí, que es una cosa profundamente sanchista.
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A ella le había traicionado el subconsciente lo llamó Herminio Sánchez, porque antes en el Congreso había escaños y ahora van a poner unos divanes, Mi Españita hay días en que parece la consulta de un loquero.