Juan Carlos Girauta advierte que la inmensa mayoría de los enfermos mentales no son violentos, y existe el peligro de que se generalice, dice “Quien debiera dar la señal de alarma son especialistas que los colegios deben tener y los profesores”, porque “un adulto que tenga la mínima pericia puede detectar un brote psicótico y si no es el primer brote hay una negligencia”.
Además, Fernando Iwasaki explica que probablemente sea verdad que en un niño es más fácil de encontrar una enfermedad mental, pero cree que “a veces a los profesores se les carga con demasiada responsabilidad”.
Y Lucía Etxebarría añade que las personas con enfermedades mentales suelen ser objeto de violencia, y que esto genera en que los enfermos no quieran acudir al médico. Por otro lado, tacha a los medios de sensacionalistas por “asociar la violencia a las enfermedades psicóticas, cuando la mayoría de los casos van asociados al ‘hijoputismo’”.