Jane Hardy, embajadora de Australia en España, ha renunciado a su cargo por la acusación hacia su marido de abusos a una menor australiana en la Embajada de España. Además, ya tiene otros dos cargos por el mismo delito. En su país, le han destinado el cargo de responsable de control de armas y no proliferación dentro del Ministerio de Asuntos Exteriores. Su marido, un artista de origen lituano, ha acompañado a su mujer a los distintos cargos donde la han destinado. Ahora, aunque todo sigue bajo secreto de sumario, se cree que están en trámites de divorcio. Nos cuestionamos si haber elegido mal a la pareja debe ser castigado en la esfera pública.
Alejo Vidal- Quadras argumenta que a Jane Hardy no se le ha castigado. Al contrario, se le ha dado un cargo de muy alto nivel dentro de su país. Bajo su punto de vista “en términos de responsabilidad es muy probable que él tuviera estas aficiones y ella no lo haya sabido nunca”.
Según Manuel Delgado “no dejamos de pensar, sin querer, que cuando alguien es culpable de algo, en el fondo la gente que le rodea tiene también parte de esa culpa”. Además, añade que “es culpable de querer a alguien culpable” y no entiende “cómo no pudo ver que su marido era alguien detectable”.
Lucía Etxberraría opina que “las mujeres se sienten culpables porque de alguna manera, creen que lo sabían”. Bajo su opinión, se sientes así porque todo el mundo argumenta que no es posible que no hayan visto nada y cree que “ellas no ven nada porque la confianza en el vínculo del matrimonio pone un velo a los ojos”.
Juan Adriansens cuenta la historia del Príncipe Bernardo de Holanda, cuya esposa tuvo que abdicar tras saber que su esposo cobró comisiones millonarias por compra de material de defensa. Además, cree que la gente tiene muchas facetas y que “es muy difícil conocer a una persona íntegramente".