Manuel Delgado cree que "la idea de que el violador es un enfermo es peligrosa, porque implica no reconocer que la mayoría de violaciones nos las cometen monstruos, las cometen hombres normales".
Juan Manuel de Prada en cambio opina que "es evidente que entre los violadores hay que establecer una distinción: los violadores en serie y los que inciden una vez. Los primeros están trastornados, y más que un remedio penitenciario necesitan un remedio psiquiátrico. Las otras requieren un análisis más difícil y serio".
Noelia Adánez se muestra en contra, alegando que "esa distinción es imposible. No se puede clasificar a los individuos".