El escritor Fernando Aramburu explica en Herrera en la onda su técnica para escribir novelas de las que dice alimentarse de lecturas y memoria personal para redactar. Nos desevla que para este libro echó mano de sus recuerdos, de su infancia y lo metió entero en la novela adjudicándolo unos personajes ficcionarios.
Aramburu relata una familia característica del norte vasco entre los que destaca un primo adoctrinado por un cura que acaba enrolado en una ETA incipiente. El cura que interviene en su novela formaba parte de la psicosis que vivía el País Vasco de pérdida de valores culturales y la necesidad de adoctrinar con el idioma, canciones y cuentos en lengua vasca: “Dentro de ese mundo clerical, algunos antepusieron la palabra de Sabino Arana a la de Dios”.
El escritor desvela que esos años no se sabía muy bien lo que se estaba gestando ya que había una oposición a la dictadura franquista: “El fenómeno violento hasta la muerte de Franco recibía un apoyo mayoritario ya que se veía como una liberación del régimen pero tras el fin de la dictadura dio lugar a décadas de terror”. En esas décadas, Aramburu sintió un silencio justificado por el terror y lo sintió entre los suyos. Por ese motivo comenta en Herrera en la onda que ha querido dejar una memoria literaria que rompa el tabú del olvido en esta novela.