año del dragón

Viaje a Pekín para celebrar el Año Nuevo Chino

El año del dragón en el calendario chino es considerado uno de gran poder y buena fortuna. Se asocia con la vitalidad, la fuerza y la prosperidad. Los nacidos en este año se cree que heredan las cualidades del dragón, siendo valientes, carismáticos y líderes natos. Las celebraciones durante el Año Nuevo Chino del Dragón son espectaculares, con desfiles coloridos, danzas tradicionales del león y fuegos artificiales que llenan el cielo. Esta festividad es un momento especial para la comunidad china, marcado por la renovación y la esperanza de un futuro próspero.

Mariano López

Pekín |

China estrena un nuevo año en su calendario tradicional, el año 4722, que estará bajo el signo del Dragón. Una antigua deidad que podía traer viento, lluvia, buenas cosechas, que se convirtió en signo del zodíaco chino y luego en símbolo de China. Representa la diversidad, la inclusión, la combinación feliz de diferentes criaturas. Que es un rasgo de la capital china: Pekín. Su nombre significa la capital del norte, por oposición a Nankin, que era la capital en el sur hasta que a principios del siglo XV el tercer emperador de la dinastía Ming, el emperador Yongle, decidió trasladar la capital y la corte a un lugar que ya había sido capital en tiempos de los mongoles y tenía mejor feng shui, mejor armonía con la naturaleza, según los adivinos. La palabra Pekín es la adaptación clásica al español de la pronunciación en mandarín del nombre de la ciudad, que suena algo así como pei ching. Desde hace décadas, la transcripción oficial china del nombre de la ciudad a otros idiomas, es Beijing, pero la Real Academia Española prefiere, recomienda, que se siga utilizando Pekín.

Gran Muralla China
Gran Muralla China | heike2hx/Pixabay

Caminando por la Gran Muralla

El sitio más visitado de cuantos viajeros pasan por Pekín, que no está en la ciudad, pero sí muy cerca: la Gran Muralla. La mayor, más extensa, red de muros defensivos del planeta. Una obra colosal que mide más de 8.000 kilómetros. y hoy se encuentra, en su mayor parte, en ruinas. Y de ahí la importancia que tienen las pocas secciones que se pueden recorrer. La más visitada, la primera que abrió sus puertas al turismo, es la situada en la zona denominada Badaling, a 70 kilómetros al noroeste de Pekin. Completamente restaurada en 1980, la Gran Muralla de Badaling, mide algo más de 7 kilómetros y serpentea por la cima de unas colinas a izquierda y a derecha de la entrada habilitada para los turistas. Tiene un acceso fácil, que permite llegar sin esfuerzo a la calle situada entre los dos lienzos de piedra de la muralla, por la que circulaban los soldados, sus caballos y hasta sus carros. Cada cien metros, aproximadamente, hay torres de vigilancia incrustadas en la muralla. A sus pies suele haber fotógrafos oficiales con caballos, camellos o disfraces, listos para retratar a quien quiera llevarse un recuerdo gráfico especial de su visita. El ascenso es suave durante el primer kilómetro, luego la subida se complica. También está la opción de subir hasta lo más alto en un teleférico. Badaling no es la única sección de la muralla que está cerca de Pekín. Pero sí es la más segura, la más recomendable para todos los públicos. Quienes prefieran un poco más de aventura, pueden atreverse con el tramo, casi en ruinas, de Huanghua Chen o el muy empinado, 70 por ciento de pendiente, entre Simatai y Jinshanling, donde el descenso se puede hacer en tirolina.

Pekín (China)
Pekín (China) | DEZALB/Pixabay

Ruta por Pekín

Empieza el recorrido en la plaza de Tiananmén. La plaza más grande del mundo. Mide medio kilómetro de ancho por casi un kilómetro de largo. Podría alojar hasta un millón de personas. En el centro de la plaza se encuentran el monumento a los héroes del pueblo y el mausoleo de Mao Tse Tung, que guarda su cuerpo embalsamado. A su alrededor, la plaza la definen grandes edificios que alojan el Museo Nacional de China, el museo de Pekín, el Gran Palacio del Pueblo y la puerta llamada de la Paz Celestial, que da acceso al museo más visitado del mundo: el museo del palacio imperial de Pekín, más conocido como la Ciudad Prohibida. Fue, efectivamente, una ciudad, creada hace 600 años, por el emperador Yongle para alojarle a él y a su séquito en la nueva capital. Cuenta con casi mil edificios, más de 8.000 habitaciones. Después de Yongle, 24 emperadores vivieron allí, en un espacio más grande que la propia plaza de Tiananmén, en el que también vivían los ministros, 20.000 funcionarios y 70.000 sirvientes y al que estaba prohibido el acceso al resto de la humanidad, bajo pena de muerte. En su conjunto, la ciudad es un tesoro. Todos los edificios son de madera. Un millón de trabajadores se encargaron de la carpintería, cien mil artesanos de la decoración. Toda la estructura se ejecutó conforme al libro de los ritos atribuido a Confucio,. Las cubiertas, los tejados, son auténticas obras de arte, al igual que las figuras representadas en sus bordes. Se pueden visitar por dentro unos 40 edificios. Justo detrás de la ciudad hay una colina, la Colina del Carbón, ideal para ver la Ciudad Prohibida desde lo alto, desde lo que fue un jardín exclusivo de la nobleza hasta la caída del último emperador .

Edificios históricos

Los momnumentos más aniguos son imprescindibles: el templo del Cielo, el Palacio de Verano, las Torres de la Campana y el Tambor. También los más modernos, entre los que destacan los incluidos dentro de la Villa Olímpica, los que se construyeron para los juegos de 2008. Pero, además de estas visitas, lo que no hay que perderse en Pekín son tres experiencias callejeras: comer pato laqueado en algún restaurante clásico cerca de la plaza de Tiananmén, visitar el mercado nocturno de Wangfujing, famoso por sus puestos callejeros con brochetas de serpientes, arañas o escorpiones, o perderse, literalmente, por los hutongs, que son las calles de los barrios tradicionales de casas bajas con patio interior,. Quedan ya pocos de estos barrios, todos ahora protegidos por la ley. El más destacado es el que rodea al templo Lama, un templo budista rodeado por callejuelas donde es fácil encontrar casas de té, de auténtico té, puestos con cervezas artesanas y vecinos jugando al mahjong o al go, que no tienen ni idea de otro idioma que no sea el mandarín, por lo que la primera regla cuando se visita Pekin es llevar siempre encima la dirección del hotel escrita en chino, .