La creencia popular de que un ciclo más corto implica un menor consumo energético y de agua no siempre es cierta. En muchos casos, las lavadoras compensan la falta de tiempo con un aumento en la temperatura del agua, una centrifugación más fuerte y un mayor uso de detergente para intentar lograr un resultado aceptable en menos tiempo.
Además, para manchas difíciles o ropa muy sucia, la duración limitada del programa puede no ser suficiente para que el detergente actúe correctamente y la suciedad se desprenda por completo de las fibras. El resultado que se obtiene son prendas que parecen limpias pero que aún albergan residuos y bacterias, o manchas que persisten a pesar del lavado.
¿Cuándo es adecuado el ciclo rápido?
A pesar de sus inconvenientes, el ciclo rápido puede ser útil en ciertas situaciones:
- Ropa poco sucia: prendas que solo necesitan un refrescado después de un día de uso ligero.
- Pequeñas cargas: cuando solo tiene unas pocas prendas que lavar.
- Ahorro de tiempo puntual: en situaciones de urgencia donde la rapidez es prioritaria sobre la limpieza profunda.
Alternativas más eficientes y efectivas:
Los expertos recomiendan optar por programas de lavado estándar o ecológicos siempre que sea posible. Estos ciclos, aunque son más largos, suelen utilizar temperaturas más bajas, una centrifugación más suave y optimizan el uso del agua y el detergente, lo que se traduce en un menor consumo y una limpieza más eficaz a largo plazo.