El destino del periodista es navegar a la merced de la noticia. Aunque me inscribí para acudir a la entrega del premio en el parlamento europeo, a esa misma hora el Comisario de asuntos económicos, Pierre Moscovici, me obligó a dar por la radio su noticia de que la Comisión Europea quiere ver un impulso de las reformas en España. Así que me conformé con acudir luego a la presentación que hicieron de la nueva delegación de Societat Civil Catalana ante la Unión Europea, en la Rue Froissart. No lejos de la delegación de la Generalitat. Allí picotee un poco de vino y canapés, y hablé con todo el que pude.
Por ejemplo con el Presidente de la entidad, Josep Ramón Bosch, quien me dijo que “no deja de ser inesperado que se entregue un premio a una asociación que busca la unidad de su país”. Bosch no es un iluminado: “Hay que reconocer que hay muchos catalanes que han desconectado de España. El proyecto de España es un proyecto fallido desde el punto de vista sentimental. Queremos reconstruirlo, queremos estar en la misma casa, como se pinte luego se puede debatir”.
Pregunté al señor Bosch si cree realmente que Artur Mas va a llevar su proyecto independentista hasta el final, pase lo que pase: “Si… si si” me dijo sin que en su tono hubiera el más mínimo asomo de duda.
Hablé también con Rodolfo Pérez Saracíbar, un funcionario europeo que va a ser el hombre en Europa de la asociación. Su objetivo es crear una red de contactos, de personas, y decirles a los colegas europeos que la sociedad civil catalana no es como la venden los nacionalistas sino que es más plural y compleja. Quiere contactar medios de comunicación, Think Tank, asociaciones civiles y partidos políticos para poder replicar a los independentistas. Todo en sus horas libres. Y ojo, gratis. Porque aquí todos son voluntarios. La delegación costará de todas formas algo en alquiler, luz, internet… ¿De dónde viene el dinero? Aportaciones voluntarias me aseguran. Ni un duro del gobierno español, ni de la Generalitat.
Precisamente. El nuevo representante permanente de la Generalitat en la Unión Europea desde finales de diciembre, Amadeu Altafaj, cobrará un sueldo de Director General para “explicar” el proceso en Bruselas desde el punto de vista del Govern, que no es el de Societat Civil Catalana precisamente.
Amadeu estaba invitado al acto de ayer pero excusó su presencia. Seguramente el motivo era cierto. Es hombre educado y respetuoso. Pero Rodolfo Pérez Saracíbar ya me ha confesado que solicitará celebrar algunos actos en la delegación de Cataluña en Bruselas, que por algo es la delegación de todos los catalanes. ¿Será contradictorio con la “misión” explicativa del hombre de Mas en Bruselas? La pregunta se la habría hecho al propio Amadeu si hubiera podido aistir al encuentro al que convocó a los medios este martes a las 11 en la delegación. Pero entonces fue el anuncio de la Comisión Europea de que había recibido ya la lista de reformas griegas para prorrogar el rescate lo que me impidió ir. Ya saben. El destino del periodista es navegar a la merced de la noticia.
Otra de las razones por las que me encanta el Premio que ha recibido Societat Civil Catalana es que los nacionalistas siempre dan dado por supuesto que sus argumentos son una especie de evidencia matemática a nivel europeo. Pero a quienes les acaban de dar un premio por “promover valores como la concordia, la convivencia, el respeto, la tolerancia, la libertad de expresión y el diálogo” no es a los independentistas de la Asamblea Nacional Catalana, que con muchos más medios también optaban, y cuya candidatura fue desestimada por la Eurocámara.
Según el experimento de Milgram al que hacía referencia al principio del artículo, nunca son una mayoría los que se atreven a contradecir a la Autoridad. Lo que la Autoridad en Cataluña (léase la Generalitat de Catalunya) ha venido sugiriendo durante más de una década, y ahora ya diciendo abiertamente, es que hay que desconectar del Estado español.
Mucho antes que Milgram, el danés Hans Christian Andersen ya intuyó en 1837 algo parecido sin necesidad de experimentos. Con su fábula para niños “El traje nuevo del emperador”. El niño que gritó “el rey está desnudo” era otra minoría estadística de Milgram. Lo que gritan 12.000 asociados de Societat Civil Catalana es “a nosotros nos va bien siendo españoles y catalanes”. Y al principio, como en el cuento de Andersen, eso sorprende. Pero cada vez menos.