El muro está formado por cuatro cabezas humanas con los ojos cerrados, una al lado de la otra, y dos serpientes que se desplazan entre ellas, dirigiéndose a otra cabeza, no humana, que representaría una semilla antropomorfizada, de la que salen cinco varillas verticales hincadas en la tierra. Una escena que, según matiza la directora de la ZAC, Ruth Shady Solís, simboliza "la fertilización de la tierra".
En concreto, precisa que las serpientes aluden a la deidad, vinculada al agua que se filtra en la tierra y hace germinar la semilla.
Según precisa, el edificio en el que se ha encontrado el muro llegó a alcanzar un área de 874 metros cuadrados y fue remodelado continuamente y contaba con recintos con ventanas escalonadas y una plaza circular hundida que fue enterrada. Anteriormente, en otro edificio de la misma antigua ciudad, se recuperaron otros relieves escultóricos, vinculados con el periodo de escasez y hambruna.
En este sentido, para la arqueóloga, este descubrimiento "refuerza el planteamiento de plasmar, en la memoria colectiva, las dificultades que afrontó la sociedad debido al cambio climático y la escasez del agua, que causó fuertes afectaciones a la productividad agrícola".
Los trabajos arqueológicos en esta zona se iniciaron en 2007 y se desarrollan, ininterrumpidamente, hasta la actualidad. Según destaca, la ZAC ha descubierto un total de 22 edificios que fueron construidos entre los años 1.800 y 1.500 antes de cristo en un terreno de 25 hectáreas.