Durante la década de 1880, fueron muchos los días en los que Jean Albert Dadas no llegó a su puesto de trabajo. Estaba empleado en la compañía de gas de Burdeos, pero de vez en cuando en lugar de entrar a trabajar, seguía andando de forma casi inconsciente. Albert era capaz de caminar hasta 70 kilómetros diarios, insensible a la sed e impasible a lo que ocurre a su alrededor. Ponía un pie delante del otro de forma casi autómata, hasta que de repente “despertaba”. Era entonces cuando se acercaba al consulado francés más cercano para que le ayudara a volver a su país. Sí. A su país. Porque a Albert sus viajes “sonámbulos” no solo le llevaron a otras ciudades francesas como París, Nantes o Lyon. En ocasiones también recuperaba la consciencia en países como Rusia, Alemania, Argelia o Turquía.
En realidad las fugas de Albert habían empezado mucho antes. Había nacido en Burdeos el 10 de mayo de 1860, y tenía 12 años cuando se marchó de casa por primera vez. Su hermano le encontró dos semanas después vendiendo paraguas. Fue entonces cuando Albert despertó del trance sin acordarse de nada de lo que había hecho antes. Con 26 años recién cumplidos, Dadas llegó a la consulta del neurólogo Albert Pitres. Lo hizo por su propia cuenta, buscando a alguien que le ayudara a controlar su impulso de viajar. En aquel momento un joven doctor, Philippe Tissié, buscaba un tema para hacer su tesis, y el caso de Albert se le presentó como una oportunidad perfecta. En cualquier caso el primer examen fue breve, ya que tal y como apareció, Dadas se marchó. No fue hasta tres semanas después cuando Tissié lo encontró, y pudo ponerse a trabajar en su caso en profundidad. Y es esta parte de la historia, la relación entre doctor y paciente, la que podemos leer en Cautivo.
Este es un cómic que ejemplifica perfectamente la capacidad de este medio para contar historias verídicas de una forma cercana. La cantidad de información y documentación disponible además sobre el caso y las vidas de sus protagonistas –entre otras fuentes está la propia tesis que el doctor Tissié escribió- ha permitido a Christophe Dabitch tejer un relato cuidado que permite al lector empatizar con los personajes y su historia. Una historia que cautivó al guionista desde el principio. Según ha contado, tras conocer la existencia de Albert Dadas “estuve dándole vueltas a su historia durante casi quince años. Hasta que volví a profundizar en ella y me decidí a convertirla en guión”.
Pero el proceso no fue fácil. Durante esos quince años Dabitch llegó a escribir un primer texto al que no le encontró salida. Después intentó convertir esa idea en una película o incluso en un documental, pero ninguna de las dos iniciativas llegó a ninguna parte. Aun así siguió dándole vueltas a la historia, e incluso escribió un par de ensayos sobre Dadas, hasta que Dabitch encontró el formato idóneo para darle salida a su idea: el cómic. El guionista se dio cuenta de que era mucho más fácil crear un cómic que hacer una película, “sobre todo porque en el lenguaje del cómic existe mucha más libertad y menos restricciones que en el mundo del cine o de un telefilme”. Sobre todo económicas, claro. De esta forma, fue el formato cómic el que ofreció al autor la posibilidad de representar esta historia tal cual y sin omitir detalles.
Como hemos dicho antes, el cómic se centra sobre todo en la relación médico paciente, pero la historia se completa a la perfección en un texto extra de Christophe Dabitch que se incorpora al final del mismo, donde el guionista explica el destino que corrió cada uno de los personajes. Unas páginas adicionales donde también podemos ver fotografías de Dadas y Tissié, e incluso un retrato que el propio doctor dibujó de su paciente.
En cuanto a los dibujos, el blanco y negro y sobre todo los grises de Christian Durieux,son capaces de transmitir al lector el desamparo y la angustia que siente Albert en cada una de sus fugas. El recurso de los flash-backs empleado para narrar las fugas anteriores de Dadas también son, a nuestro juicio, un recurso muy acertado.
Con todo, esta es una obra que destaca fundamentalmente por la potencia de la historia que nos cuenta. Es tan potente que cualquier otra “floritura” no haría nada más que despistar al lector. El guión es cuidado y fidedigno, y los dibujos sobre todo funcionales. Cada elemento cumple la función que se espera de él pero sin brillar demasiado porque lo importante aquí es la historia real que los autores tratan de dar a conocer al gran público. Porque la investigación médica ya ha reservado un hueco en su historia para sus protagonistas.
Edición Original:Le captivé
Editorial: Spaceman Books
Guión: Christophe Dabitch
Dibujo: Christian Durieux
Formato: Cartoné, 120 págs. Blanco y negro
Precio: 20€