Parece que no existen. Sólo se habla de ellos cuando pequeños detalles molestan a los ciudadanos. Recorren España por todos los rincones y constituyen la puerta de entrada del Sistema Sanitario. Más de veinte mil almas dedicadas a llevar pacientes graves, a recoger altas o solucionar patologías que precisan atención urgente, se levantan cada mañana o no duermen durante la noche para dar un servicio primordial. Son sanitarios. Y están constituidos en la Federación Nacional de Empresarios de Ambulancias (ANEA). Nació en 1.978 con el objetivo de ofrecer servicios a sus asociados en el ámbito de la cooperación. En la actualidad, engloba a 347 pymes y grandes empresas, de las 49 provincias españolas, que cuentan con un total de 7.150 vehículos y emplean a 21.400 trabajadores. Con una participación del 90 por ciento de empresas privadas del sector del transporte sanitario, ANEA, entidad sin ánimo de lucro, garantiza la representatividad del mismo. El órgano supremo de ANEA es la Asamblea General, compuesta por todos los asociados integrados directa o indirectamente en la Federación. Su presidente, Bernardo Coslado, tiene muy clara su aportación al Sistema Sanitario y trabaja con sus compañeros para poner el sector a la altura de las exigencias más vanguardistas. Normativas de prevención, profesionales cualificados, protección de datos de los usuarios, dispositivos de transmisión de datos y coordinación con los Centros de Regulación de Tráfico. Ahora las ambulancias son centros asistenciales y sus profesionales cuentan con la formación profesional adecuada.Hoy, las normativas estatales sobre este diferenciado transporte tienen por objetivo evitar intrusismos, ingerencias y disfunciones. Pero más allá de esta obligada vigilancia de lo público quería hacerles un homenaje a esas almas solitarias que alejadas de los centros asistenciales son depositarias de seres humanos en trayecto hacia la curación. Seguro.