Pero más allá de la aventura viajera de Snowden, el espionaje del siglo XXI no se parece tanto a las historias de agentes dobles y acción y hay quien se preocupa por contar el trabajo de los analistas, tal y como sucede en Rubicón. Como ya comentamos el viernes en “En Serie Te Lo Digo” de la Brújula, el trabajo de un analista es mucho menos peligroso que el de un espía, y su labor consiste en estudiar e interpretar la información que se le proporciona. Con esto, el espía en la sombra debe ser capaz de emitir un juicio e indicar las acciones a seguir dependiendo de la naturaleza del objetivo investigado.
A pesar de ser una labor mucho más cómoda y menos peligrosa que la del espía que trabaja sobre el terreno, la serie creada por Jason Horwitch se preocupa por reflejar las consecuencias que este tipo de trabajo tiene en los analistas. Estas personas, de capacidades e inteligencia probadas, deben basarse en su intuición y en informaciones recogidas por otros, para emitir un juicio que decidirá el futuro de la persona o personas investigadas, con las consecuencias psicológicas que ello suponen, especialmente en alguno de los personajes. Pero Rubicón no se centra sólo en eso, y con su pausado ritmo también tiene tiempo para conspiraciones políticas, muertes misteriosas y preguntas cuya respuesta se encuentra en creativas claves o complejos códigos. Métodos de otra época al servicio de una nueva era política, ni tan fría, ni tan caliente como parece muchas veces.