Las cadenas de televisión, y sus directivos, viven bajo la constante presión de los ratings de audiencia y los ingresos publicitarios, dos hechos de los que depende la buena salud de la cadena. La presión de los lobbys ante cualquier salida de tono sirve para poner en la cuerda floja algunas producciones, y el comportamiento de los actores, en ocasiones, resulta decisivo a la hora de contribuir a la fama y el aval que la audiencia proporcione a las series. Declaraciones como las de Jones, además de levantar las iras de quienes se preguntan como osa morder la mano que le da 350.000 dólares por episodio, dejan en mal lugar a la cadena y a los trabajadores de la misma, que se limitan a hacer su trabajo mientras un chiquillo que aún no tiene 20 años se atreve a despreciar su trabajo. Quizá a Sheen no le falte razón y la producción, al fin y al cabo, esté maldita, aunque yo simplemente creo que es una cuestión de salud mental.
Desconozco si Jones llegó a reconocer en alguna ocasión si ve, o no puesto que es basura, la serie que el mismo protagoniza, hecho que si se atrevieron a comentar algunos actores más famosos, y en producciones más reconocidas. Perdidos, esa serie de bien que todo seriéfilo que se precie (dice) ha(ber) visto no tuvo entre sus seguidores a no uno, sino dos de sus actores principales. Naveen Andrews, que interpretaba a Said, y Matthew Fox, que llegó a estar nominado a un Emmy por su papel de Jack Shepard, reconocieron en sendas entrevistas que nunca se había sentado frente al televisor a disfrutar de las locuras de Lindelof y Abrams.
La maravillosa Connie Britton, a la que ahora podemos ver en la serie country Nashville, declaró recientemente que no ha visto ni uno sólo de los episodios que formaron la primera temporada de American Horror Story, y en los que ella era una de las actrices principales. El miedo que producciones de ese tipo le producen a la actriz es la principal razón por la cual ni ella misma se sentó a ver su propia serie, en la que llegaba a protagonizar secuencias que sin ser terroríficas eran, digámoslo así, poco agradables.
Las secuencias que Adam Driver protagoniza en Girls, la comedia de Lena Dunham para la HBO, aguardan menos vísceras que las de la serie creada por Ryan Murphy, aunque tanta naturalidad puede no ser agradable tampoco. Él mismo ha reconocido que viendo el piloto de la serie, que regresa en enero, aprendió su lección y, desde entonces, dice que no tiene porqué ver su trabajo, y no lo hace. No creo que por contrato ninguno de los participantes en una producción tenga que dedicar tiempo a disfrutar de su propio trabajo, aunque creadores y responsables de las cadenas que la emiten seguro que estarían más tranquilos, cuestiones como esa, las mantienen en secreto.