LOS DAMNIFICADOS DEL INTERIOR

Contaba en voz alta y, con lágrimas en los ojos, la directora de una oficina bancaria de Castellón cómo su padre, de Villafranca, murió desatendido en una ambulancia sin médicos mientras lo trasladaban al Hospital General de Castellón.

ondacero.es

Castellón | 15.10.2012 17:25

Contaba cómo en aquellos tiempos, hace 25 años, en Villafranca del Cid, la ambulancia la conducían los objetores de conciencia que hacían de voluntarios de la Cruz Roja y que aprovechaban el servicio para sacarse el carnet de conducir por unas cuantas “perras” menos. La cosa es que el padre murió, murió en las cuestas del Coll de Ares, después de que la ambulancia se quedará sin gasolina y por aquellos parajes nevados solo pasará al cabo de más de una hora, el alma caritativa de un vecino que, por fin, les llevó, al General de Castellón. La madre pedía socorro, pero la despoblación, el éxodo y la falta de oportunidades silenciaron sus gritos de auxilio por aquellas, por cierto,  paradisíacas montañas.

Aquellos parajes de nuestro interior, que nos regalan bocanadas de aire fresco, estampas insólitas de hayedos rojos repletos de setas en otoño, sendas rurales y paisajes humanos que nos recuerdan quienes somos, viven con la escusa de la crisis, el peor de los desprecios, cuando se trata de equilibrar riqueza. Parece que en 25 años la gente no tenga el riesgo de morir en las ambulancias, pero solo es un espejismo. El melonar se abrió con la invasión de los parque eólicos, incluso contaminando la mágica silueta de Morella. Ahora en aras de la rentabilidad, se cierran las oficinas bancarias; cinco llevamos cerradas en municipios de Els Ports, donde la población tiene una media de 70 años, las nevadas te dejan incomunicado y las carreteras se llenan de hielo por las temperaturas extremas. Castellfort, ha sido la última de las oficinas que, aquella tan querida y defendida Caja Rural ha cerrado, antes fue La Mata, Olocau, Portell y Ares. La mayoría de pensionistas deberán ingeniárselas para cobrar la pensión, como ya lo hacen para abastecerse de medicinas o alimentos, porque también cerraron la tienda y la escuela.

Está visto que el ladrillo y la política depredadora que hemos llevado a cabo en Castellón no ha dado los frutos esperados. Si hay un sector que puede hacer brotar nuestra economía es precisamente el turístico y especialmente el interior de Castellón, de momento desierto de jóvenes, pero si no lo impedimos, desierto de personas, desierto de historia y de señas de identidad. Lo de las oficinas bancarias es otra vuelta de tuerca a nuestro interior. Pero no olvidemos que sin empresas, sin servicios, sin una mínima facilidad, sin los mínimos derechos sociales, sin paliar las desigualdades, la arena del desierto lo entierra todo y la avaricia de los números acabará con nuestra propia historia. Lo que hoy es todavía una realidad, se estudiará en los libros, entonces la jugada no tendrá vuelta atrás.