Pero el décimoquinto episodio de la segunda temporada de Sin Rastro, que comentamos en La Brújula es, como demuestra su éxito posterior tanto en los colegios como en la línea de prevención de suicidios, un capítulo que plantea muy acertadamente el acoso escolar y los diferentes protagonistas que se pueden ver involucrado en él. Padres, profesores, psicólogos, compañeros e incluso el entorno en el que cada día se mueven los más jóvenes, son partes implicadas en el desarrollo de los niños y en aquello que les suceda. Porque nunca se sabe si un mal gesto, una burla, o una risas son las primeras y el comienzo de un largo camino, o pueden ser la últimas, las gotas que colman un vaso.
A la hora de preparar la sección, tras elegir el tema sobre el que queríamos hablar, el bullying, me surgieron muchas dudas y recurrí a la sabiduría popular seriéfila, que siempre será mayor que la propia. Entre las elegidas sonaron Glee, que ha pasado de ser una serie antibullying a, digámoslo así, no tomarse demasiado en serio el tema, The Middle, Malcolm in the Middle, Awkward o Los Simpson, que siempre han tenido “la suerte” de contar con algún matón en sus episodios, Skins y My So Called Life tratan el tema desde el punto de vista de algún personaje en concreto, mientras que The Wire lo convierte en un ingrediente más del ambiente en el que se mueven los chiquillos de Baltimore en la cuarta temporada. Pero quizá la más constante en su reflejo de la crueldad infantil y adolescente sea Freaks & Geeks, una serie de culto que emitió la NBC en 1999 que no tuvo mucho éxito con las audiencias “gracias” a los continuos cambios de horarios. Sin embargo contó con el aplauso de la crítica y de cientos de fans que, en muchos casos, se sintieron reflejados en el retrato cruel y certero de una época de nuestras vidas que, pocas veces, resulta indiferente.