La Audiencia de Valencia ha condenado a 25 años de cárcel a la mujer que a finales de 2019 mató a su marido discapacitado en Godelleta. El Tribunal ha rechazado imponer a la procesada la prisión permanente, tal y como pedían el fiscal y la acusación particular. El magistrado-presidente del Tribunal del Jurado descarta la imposición de la máxima pena al haber tenido en cuenta ya la especial vulnerabilidad de la víctima para apreciar la alevosía en la conducta de la acusada y calificar por tanto el delito como asesinato. En ese sentido, una vez apreciada la alevosía que cualifica el asesinato, “no se puede volver a valorar esa vulnerabilidad en evitación de doble ponderación de la situación de indefensión, con quiebra del principio non bis in idem”, agrega.
La sentencia responde al veredicto de culpabilidad emitido por el jurado popular después del juicio. El fallecido padecía una enfermedad nerviosa degenerativa que le obligaba a depender de terceras personas y a moverse en una silla de ruedas.
El fallo declara probado que a finales de 2019 la mujer decidió matar a su marido y ocultar su muerte. Para ello alquiló una parcela rústica en Godelleta y trasladó a la víctima hasta allí en un coche, donde le dejó encerrado junto a una bombona de gas con la espita abierta a fin de matarle por asfixia.
Estrangulado
Poco después, al comprobar que seguía con vida, le mató estrangulándole con el cordón de una zapatilla. Durante el estrangulamiento el hombre llegó a revolverse contra la agresora, que le propinó diversos golpes, e intentó defenderse para impedir su muerte, aunque no tenía posibilidad real de oponer resistencia alguna por su “imposibilidad física y desvalimiento”, precisa la resolución judicial. Una vez perpetrado el crimen, la condenada sacó el cadáver del vehículo y, con la ayuda de su hijo, lo enterró en la fosa y arrojó sobre él sosa cáustica y otros productos químicos para disolverlo.
Durante varias semanas la mujer envió mensajes desde el móvil del fallecido a sí misma y a amigos y familiares en los que se hacía pasar por el hombre, para decir que estaba bien y pedir que no lo buscaran. El cuerpo fue descubierto finalmente seis meses después.