Hoy con Leleman venía pensando en… las notas de fin de curso. Hoy las del Valencia, mañana las del Levante.
A nivel global no cabe duda que la nota no puede pasar de un muy deficiente o un necesita mejorar y mucho. Es verdad que las tropelías cometidas por Murthy en verano no apuntaban a ser muy optimistas. Si el presidente creía que podría salir bien es que cree mucho en los milagros. Javi Gracia fue ese corcho al que quisimos agarrarnos todos y pronto se convirtió en un saco de piedras.
Ha sido duro, muy duro. Pero duro para vosotros, para los aficionados. No es fácil ver como tu equipo se convierte en un equipo vulgar, mediocre, sin alma, sin carácter y sin nada digno de ser destacado. No es que haya sido una temporada de fracaso, es que ha sido una temporada para hacer que el aficionado desconecte de su equipo. Cuantos valencianistas han dejado de ver los partidos, cuantos ni se han preocupado en saber a que hora jugaban, cuantos han sentido ese hastío y esa desafección… En definitiva, cuantos han perdido la ilusión que no el sentimiento por su Valencia…
Destacar algo positivo de esta temporada es muy difícil, casi imposible. Podemos quedarnos con los momentos decisivos de Cilessen, el crecimiento de Correia, la calidad de Gaya, el compromiso de Soler y la recuperación de Guedes. Poco más. Iinsuficiente para subir esa nota que no va más allá del uno sobre diez.
Sevilla 2019 fue un momento en el que todos recargamos la ilusión hasta límites insospechados. La grieta generada en la temporada 20-21 va a ser muy difícil de taponar. Y una vez hecho, si se hace, más aún lo será rellenar la botella. Eso sí, hay una cosa que juega a favor: el sentimiento nunca se pierde y ese puede ser el punto de inicio para volver a ilusionarnos con nuestro Valencia.