Hoy con Leleman venía pensando en… la falta de fondo de armario del Valencia. Que miras al banquillo, y con todos los respetos, casi te entra una depresión.
Hay quien dijo el sábado que la lentitud de Bordalás para hacer cambios fue un mensaje a la propiedad. Yo no lo creo. Creo más bien que miraba a su alrededor y nada de lo que tenía le convencía para poder cambiar el sino del partido. No hay profundidad de armario y eso el alicantino lo sabe.
A diferencia de otros equipos. Sin ir más lejos el propio Granada. Robert Moreno introdujo en el campo a Luis Milla, Machis, Atonio Puertas y Jorge Molina. En Valencia, Bordalás no agotó ni los cinco cambios. Para qué, pensaría Bordalás.
Esto no ha hecho más que comenzar y a buen seguro que a lo largo de la temporada el Valencia se va a encontrar con situaciones difíciles a modo de lesiones, sanciones u otros obstáculos. Y ahí, para aguantar en una liga de la regularidad, es donde se evidencian más las diferencias entre quienes tienen banquillo y quienes no.
Porque hay futbolistas que deberían haber salido al igual que los hay que deberían haber llegado para reforzar el equipo. Llevamos semanas con Marcos André como si su llegada fuera a solucionar todos los problemas de este equipo. Y no, los problemas son muchos más que fichar a un delantero procedente del Valladolid. Que igual acaba siendo muy bueno, pero a este equipo le faltan muchas más cosas.
Y quedan nueve días. El tiempo se agota. Tanto para las entradas como para las salidas. Y sigue quedando muuuuuucho trabajo por hacer…
