Hoy con Leleman venia pensando en… la comparecencia ayer de Quico Catalán, presidente del Levante.
Vaya por delante que es de agradecer que el presi saliera a dar la cara. Igual que eché en falta su presencia el lunes por la noche en el Ciutat, que saliera ayer públicamente a hablar es un gesto que le honra. Pero no entendí gran parte de su mensaje.
Hablar de autodestrucción está bien si no has sido tú quien ha apretado el botón. No sé muy bien a que se refería con autodestrucción. No sé si era un reproche hacia los aficionados o medios de comunicación. Porque para mi autodestrucción es tener en verano una dirección deportiva que no se habla con el entrenador, ser incapaz de confeccionar durante ese verano una plantilla en condiciones, cargarte a un entrenador para traer uno si experiencia en La Liga y cargártelo también para echar mano de un chaval del filial que apenas ha entrenado al que le pones delante de un Miura para que le manden a la enfermería. Eso es autodestrucción.
Tampoco entendí muy bien lo de ser examinado a final de temporada. ¿Quién le va a examinar? ¿La Fundación que ya lo hizo hace apenas unas semanas? ¿Esa misma Fundación que él controla? ¿El aficionado? ¿Quién? Y… ¿cómo será el examen?
Me gustó que reconociera que se han cometido errores y pidiera disculpas por ellos. Pero no me gustó nada que fuera incapaz de concretar ni uno solo y que volviera a escudarse en que en doce años de gestión, diez han estado en primera división. Si de verdad pides perdón por los errores no cuesta nada concretar cuáles han sido esos errores. Porque de lo contrario suena a aquello del Rey Emérito… ¿os acordáis? … aquel “lo siento mucho, me he equivocado y no volverá a ocurrir”.